Lunes por la noche, para muchos, una jornada para replegarse en el sofá con su serie favorita. Pero la promotora Tripulación de HFMNofrecía un plan totalmente contrario a quedare en casa. La visita de unos clásicosDri (Dirty Rotten imbéciles) descargando su arsenal de crossover thrash ante un público que casi llenó la sala Nazca.
Antes de que Kurt Brecht y los suyos tomaran posiciones, los madrileños Un nivel calentaron al personal, con su propuesta de thrash metal de corte clásico. A pesar de su juventud, el cuarteto demostró total aplomo y técnica sobre el escenario, con una colección de canciones a prueba de bomba.
Trallazos como: “Terror máximo”, “Hellbreaker”, o “Hostile Resolution”, sirvieron para meterse al público en el bolsillo y para desatar los primeros conatos de pogos, ante los que estaban dispuestos a darlo todos en el primer riff. Sonido heredero de sonidos de los 80´s y 90´s fue un perfecto entrante y la convicción de que el relevo generacional en sonidos clásicos está asegurado.
Dri no necesitan de muchas presentaciones, pioneros absolutos de la fusión entre el hardcore punk y el thrash, inventaron un lenguaje sonoro que, a mediados de los 80, sentó las bases del crossover. El estilo que posteriormente explotaría con bandas como Suicidal Tendencies, o Municipal Waste, pero cuyo germen se encuentra en los discos de D.R.I.
Expectación máxima entre un público de todas las edades, por una parte, jóvenes que no habían ni nacido cuando comenzaron D.R.I., pero que emulan a nivel estético a la vieja escena. Por otra, veteranos con más años que el sol, dispuestos a revivir viejas canciones.
“The Application”, “Dry Heaves” y “How to Act” pusieron a la audiencia a botar con fervor juvenil, sin embargo; algunos problemas – de índole interna de escenario – hicieron parar a la formación, provocando que la tensión y la atención se diluyeran. Miradas entre la banda, ajustes de sonido y algún gesto de desconcierto entre el público, estuvieron a punto de descarrilar la noche.
Estos parones se repetirían un rato después, pero – por fortuna – cuando D.R.I. consiguieron retomar el pulso, recuperaron toda su pegada. La colección de clásicos: “Thrashard”, “Couch Slouch”, “Beneath the Wheel” sirvieron de catalizador para los interminables pogos con la misma mala leche que hace treinta años. Mención aparte merecen sus “hits” más longevos; “I Don’t Need Society” y “Violent Pacification”, canción que – tristemente – tiene total vigencia en estos tiempos que vivimos.
El concierto de D.R.I. dejó sensaciones encontradas, por un lado, el respeto absoluto a una formación que inventó un género y cuya impronta sigue marcando a generaciones en todo el planeta. Por otro, la evidencia de que el paso del tiempo no suele perdonar y que, por momentos, el show se resintió de cierta falta de cohesión. Hay que decir que, la entrega del público contribuyó a salvar la noche, pogos, puños en alto y stage diving siempre son moneda infalible en un concierto así. D.R.I. a pesar de todo, siguen siendo leyendas.
Fotos D.R.I. + Avlak: Fernando del Río