
Todos hemos fantaseado con la idea de desaparecer por un tiempo y desprendernos de la necesidad de estar siempre disponibles y localizables, de tener que cumplir con plazos y demandas. A Joan Pons, cabeza pensante tras las delicadas y evocadoras piezas de pop caleidoscópico que El Petit De Cal Eril llevan facturando con talento y esmero desde 2007, hacía tiempo que no le llenaba la manera con la que encaraba el proceso compositivo.
Decidió distanciarse de esa amarga sensación, en consenso con sus compañeros de viaje, y pulsar pause. Se dedicó a otras muchas cosas relacionadas con la música para volver a experimentar el placer de tocar y crear.
Tres años después, vuelve renovado con la que probablemente sea su mejor colección de canciones. Y eso no es moco de pavo cuando nos referimos a un compositor de este calibre.
Hablamos con él con motivo del lanzamiento del excelente Eril, Eril, Eril (Bankrobber, 2025), un disco de pop radiante con un acabado excelso, y que resulta como una vuelta a casa tras un periodo de reflexión revitalizante.
«No queríamos hacer singles, ya que me cansa este mundo del pre-save y demás. Recae un peso en el artista que no me interesa para nada»
Os habéis tomado tres años de silencio consensuado, que sería lo normal en muchos casos entre disco y disco, pero que en vuestro caso fue anunciado como un parón en toda regla.
Llegamos a tocar un poco techo, porque llevábamos muchos discos sin parar y muchas giras encima. Desde 2016 – 2017 empezamos a girar sin parar. Llegó un momento después de la pandemia que sacamos un disco y la energía era un poco rara. Cerramos una etapa de algún modo. El grupo tuvo una primera etapa con dos discos, luego vino otra con seis más, y ahora afrontamos esta nueva era con el noveno álbum. Es bueno que la banda adopte otros sistemas también. Crecemos y vamos cambiando.
” data-cs-src=”https://www.youtube.com/embed/18wUkueeIns?feature=oembed” frameborder=”0″ allow=”accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share” referrerpolicy=”strict-origin-when-cross-origin” allowfullscreen>
De algún modo se puede emparentar este nuevo disco con los primeros en el sentido de que habéis vuelto a esa forma de entender la canción pop tras un periodo en el que la abordabais desde la concisión y algo más cerebral. ¿Qué diferencia este álbum de los dos anteriores?
Es así, tal y como lo explicas. En parte es por el tiempo, ya que para nada hemos estado parados todo este tiempo. Te van pasando cosas en la vida que alimentan tus canciones. Esto ha retroalimentado el proyecto. Ha habido mucho más tiempo para vivir.
Hablemos de ese encuentro con Luke Temple, artista de enorme capacidad para dotar al pop de una visión moderna y ambiciosa, y que se ha encargado de la producción.
Nunca habíamos trabajado con un productor externo, así que ha sido algo nuevo para nosotros. Siempre lo habíamos abordado nosotros, gente de nuestro entorno o de la banda. Pensamos que queríamos concentrarnos en tocar y dejar esa tarea a otra persona. Su grupo, Here We Go Magic, nos encanta. Le mandamos un email, y nos contestó rápidamente. Aunque sea un artista algo desconocido, para mí es buenísimo. Otro artista que teníamos en mente era Chris Cohen, al que fuimos a ver tocar a Barcelona. De las treinta personas que había, veintiocho éramos músicos.
Habéis grabado un vídeo promocional de treinta y siete minutos en el que sólo se ven rostros, como en el caso del vídeo del primer corte, que es el primer single también, “Jo Ja No Soc Qui Era”, ¿qué intención hay detrás de ello?
No teníamos muy claro cómo afrontar el tema del videoclip. Es algo que nos interesa puesto que algunos del grupo hemos estudiado cine y nos gusta todo lo relacionado con el aspecto visual. Le dimos muchas vueltas y decidimos con el productor, Marc, para hacer esto. Hay un disco de Bad Religion del que soy muy fan, llamado The Gray Race, que trabaja también ese concepto visual, de sólo mostrar personas. Cuando tienes unos ojos mirándote fijamente y nada más, es como de mala educación no estar ahí, concentrado en esa situación. Nuestro productor ha hecho un trabajo increíble con este montaje de caras, que resulta como un espejo, y provoca muchas cosas y te hace estar concentrado a la vez. Creo que es una buena manera de hacerte entrar en un disco. Es una pieza para verla entera.
¿De dónde viene el título del disco. Esa llamada de atención por triplicado: Eril, Eril, Eril?
Es el título de la primera carpeta que cree en el ordenador, con las primeras versiones de las canciones que me salieron para este disco. Tengo tantas carpetas en el escritorio con la palabra Eril, que distinguí esta como la última llamándola así. Tenía una lista de títulos para el disco, pero no había ninguno que me gustara demasiado. Así que me había acostumbrado a la carpeta Eril, Eril, Eril en el drive y en todos los lugares, y me pareció chulo como forma de reivindicar al grupo de algún modo.
” data-cs-src=”https://www.youtube.com/embed/JnER-y4s7Mk?feature=oembed” frameborder=”0″ allow=”accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share” referrerpolicy=”strict-origin-when-cross-origin” allowfullscreen>
Hablando de “Jo Ja No Soc Qui Era”, os ha salido un single muy radiable probablemente sin haberlo buscado. Incluso puede ser una perfecta invitación a entrar en vuestro mundo para aquellos que se acerquen por primera vez a vuestra música.
Nos encanta esto. No queríamos hacer singles, ya que me cansa este mundo del pre-save y demás. Recae un peso en el artista que no me interesa para nada. Antes hacía este tipo de cosas porque no había más remedio pero ahora, si no me gusta algo, no lo hago y ya está. Dicho esto, me ha resultado muy difícil elegir singles en este disco, porque siento que hay como cuatro o cinco temas que podrían serlo.
Analizando las canciones del disco, me han atrapado especialmente cosas como las guitarras jangle-pop de “Riu Avall” que me suenan muy en la onda Real Estate, Beach Fossils. En la dinámica del disco, se atisba un inicio más pop, más directo, y después vienen las curvas como “La por i l’oblit” que es más oscura, o “Ni rei, ni déu, ni patria”. ¿Es quizás vuestro disco más heterogéneo?
Considero que es un disco muy variado. Para este trabajo no tenía la obsesión de alcanzar la perfección pop, de hacer un disco muy preciosista. Queríamos que todas las canciones tuvieran algo especial, que tuvieran alma. Sentíamos que habíamos tomado un camino que ya nos resultaba algo cansino. Aquí hay cosas más variadas que en otros discos.
«Siempre pienso que yo las canciones no las hago, sino que las saco. Siento que siempre han estado ahí»
Jugáis con las voces con mucha intuición, logrando armonías vocales ensoñadoras.
Es algo que había hecho muy poco en los discos anteriores y de lo que estoy muy orgulloso en términos de cómo ha quedado en este disco. Luke Temple tiene también que ver al proponer cambios en armonías vocales que costó mucho cuadrar, pero que creo que han quedado muy bien. Metía coros de voces haciendo “uh, uhs” o “ah, ahs”, y nos gustaba mucho el rollo que le daba a las canciones. Es algo súper característico del álbum y viene de lo mucho que se ha implicado Luke Temple.
” data-cs-src=”https://www.youtube.com/embed/6wLfSg-wfIM?feature=oembed” frameborder=”0″ allow=”accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share” referrerpolicy=”strict-origin-when-cross-origin” allowfullscreen>
Las letras tocan temas trascendentes, no caen en los tópicos de la canción pop tradicional. “La por i l’oblit”, por ejemplo, tiene un trasfondo muy profundo sobre la vida. Para un oyente que no es catalanoparlante como yo, me suena cálido de primeras en tu dicción y logro entender el significado de muchas frases a la primera, y las que no, me llama la atención investigar y ver cómo cobran sentido.
Se agradece mucho porque no es algo habitual ver a alguien que sale de su lengua materna y bucea en otras deseando descubrir y conocer. Las letras de este disco conectan con las del primero porque son muy íntimas y a la vez, como decías, muy trascendentes. Es algo que me sale natural.
Hablemos de todos los proyectos en los que te has involucrado en este tiempo de parón. Compusiste una banda sonora, girasteis con Gorka Urbizu, os involucrasteis como ingenieros de sonido en el single que Big Thief grabó en el Teatro Cal Eril en Guissona, seguisteis involucrados en el universo creativo de Ferran Palau…
Hemos currado mogollón y nos ha dado energía que luego hemos vertido en nuestro disco. Vivimos para la música, pero siendo un grupo como el nuestro, que no es para las masas, y que por ejemplo tiene una barrera lingüística importante por el hecho de cantar en catalán, tiene ciertos límites, y hemos de abrirnos opciones para sobrevivir.
¿Cómo vive una banda como la vuestra los estragos de la inflación y las dificultades para salir a presentar canciones nuevas en una gira?
Es una pregunta y una situación complicada. A mí me gusta verlo de una forma positiva, porque soy una persona positiva y me gusta el reto de intentar hacer una gira diferente. Sí que veo que hay un problema realmente importante. Detecto que están los grupos grandes que cada vez lo son más y los grupos pequeños cada vez son más pequeños. Estamos contribuyendo a crear un sistema de consumo que ahoga a los artistas pequeños. Es como si Netflix no hiciera series y obligara a las productoras a hacerlas muy baratas. Netflix coge y da a los artistas que les molan un pastón. Spotify no hace esto. Esto acabará muy mal, porque los artistas musicales no tendrán medios para grabar o solo lanzarán singles discos muy cortos. Al final, los conciertos se ponen a precios muy baratos o metes en un festival a un montón de bandas por veinticinco euros…Es insostenible.
Hemos vivido antes burbujas inmobiliarias y de festivales, y no hemos aprendido nada.
Totalmente. Habría que pensar qué hay detrás de todo esto, que es lo que hay que solucionar. Por ejemplo, hay festivales que tenían algo especial, y ahora se han convertido en un brunch. La gente consume productos en packs, sin apreciar lo que hay detrás de cada propuesta.
Habéis sido una banda muy prolífica con nueve discos desde que debutarais en 2007.
Es increíble. Me lo dicen y no me lo creo. Es una vida, porque llevamos casi veinte años. Ahora estamos muy bien, en un momento muy bueno de la banda y a nivel individual. Cuando te preguntan: ¿cuál es tu mejor disco? Y siempre dices, “el último”. Pues yo llevaba mucho tiempo pensando que mi mejor disco no era el último, pero con este, no sé si será el mejor, pero sí que tiene canciones muy chulas que están al nivel con otros hits de otros discos. Realmente a veces te piensas que estás vacío y que ya no te pueden salir más canciones buenas, y luego das con ellas. Siempre pienso que yo las canciones no las hago, sino que las saco. Siento que siempre han estado ahí. Igual podrían haber salido hace cinco años, pero han salido ahora.
Sueles componer los discos en pocos días, con un ritmo de producción envidiable. ¿Ha sido así con Eril, Eril, Eril?
Esta vez no ha sido así y creo que por eso las canciones son mejores (risas). Esta vez me he tomado mucho más tiempo y me he presionado muchos más a la hora de hacerlas. Antes lo hacía por una cuestión práctica, en plan “voy a concentrarme e intentar hacer el mayor número de canciones en el menor tiempo posible”. Ahora no tenía la presión de sacarlas en un momento determinado. Ahora he descubierto que así las canciones me salen mucho mejor, pero también es un proceso más doloroso. Había muchas microcosas de antes que tenía que cambiar, que habían llegado a su tope. Exprimimos al máximo el sistema de producir, grabar y componer. Ha sido doloroso porque me han salido canciones que no esperaba, porque siempre esperas otra cosa. Yo esperaba hacer otro tipo de canciones que me sorprendiera. Yo las oía y decía: “esto no es lo que yo quería hacer”. Entonces ahora he parado y he dicho “esto es lo que soy y si no me gusta, igual tengo que dedicarme a otra cosa”.
” data-cs-src=”https://www.youtube.com/embed/SykeKZYHZKk?feature=oembed” frameborder=”0″ allow=”accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share” referrerpolicy=”strict-origin-when-cross-origin” allowfullscreen>
Esa continua exigencia que nos obliga a ser productivos 24/7…
Es algo que como hicimos con tanto tiempo, el hecho de planificar que en nueve meses íbamos a parar el grupo, nos permitió empezar a pensar en otros modos de subsistencia. Realmente es duro, pero sanador.
Cuidáis cada aspecto de lo que recibe el oyente. Me llama la atención cómo describís en la nota de prensa lo que el oyente escucha por cada auricular en términos de guitarras. Es algo muy artesanal.
A mí me gusta esto. Yo estudié música y este aspecto me parece muy importante. Ahora no se valora esto. La gracia de El Petit De Cal Eril, es que lo constituyen las personas que hay ahí metidas, cada una con su particularidad. Cada uno es distinto y único a su manera. Poder escuchar el disco y saber quién hace qué, es algo que me parece muy interesante y bonito.
Cuando uno asiste a un concierto vuestro, o de Ferran Palau, percibe que sois melómanos, que cuidáis cada detalle y que disfrutáis tocando. Se palpa que la música es vuestra vida. Cada instrumento tiene su propia vida y cuenta una historia.
Muchas gracias. Nos flipa la música. Nos hemos dado cuenta de que esta es nuestra gracia. A veces, uno, al intentar reinventarse, pierde su gracia. Tienes que visualizarte y pensar en qué es aquello que te define y te caracteriza. Este disco es tan crudo porque no quería meterle mucha paja. Lo que tocamos es lo que oyes y está guapísimo.
Y también os define vuestro carácter ecléctico. Canciones como “Totes les lleis dels homes”, “Ni rei, ni déu, ni patria” tienen un punto más emo, y también sois capaces dejar entrar la luz con ese pop de cámara tan brillante que bordáis en “Ara no sé què dir-te” o “Aigua Fosca”, con esos coros tan embriagadores. Son las diferentes caras de una banda versátil e incoformista.
Es también fruto de nuestras influencias musicales. Cada uno de nosotros escucha cosas diferentes y eso se plasma en el sonido. Me acuerdo cuando grabamos “Totes les lleis dels homes” que nos gustaba la onda al hacer la primera toma, tiene un riff muy guapo, pero se nos quedaba un poco a medias respecto a lo que buscábamos, porque sonaba muy limpia. Le dijimos a Paco Loco, que ha sido el ingeniero de sonido y es un personaje alucinante, que queríamos algo más áspero. Dijo: “ah, vale, vamos a hacer otra toma”. Nos la puso y nos quedamos alucinados. Había puesto todos los controles en rojo. Es fantástico Paco porque tiene estas salidas que son súper creativas. Tener a Luke Temple en producción y a Paco Loco en tareas de ingeniería de sonido ha sido una pasada. Le ha dado al disco un carácter que no tendría sin ellos.
¿Cómo surge esa alianza con Paco Loco?
Lo teníamos en nuestra lista de posibles productores, ya que, aunque nos encanta producir, también nos gusta trabajar con productores que son artistas, que graban sus propios discos. En persona lo conocimos precisamente el día siguiente al concierto con Ferran Palau en el Monkey Week de Sevilla en 2021. Habíamos hablado por teléfono porque somos muy amantes de las grabadoras analógicas, y él siempre nos había dado consejos sobre ese tema. Está muy al día y siempre ha sido muy amable con nosotros. A él le cuesta salir de su estudio porque le encanta pero conseguimos que se viniera al nuestro a probar y lo disfrutó mucho. Fue una pasada que estuviera allí.
Rufus T. Firefly hizo una gira con auriculares presentando su nuevo disco en lugares, digamos, atípicos, y ahora vosotros también le dais otra vuelta de tuerca al concepto, a veces estático, de los directos. ¿De dónde nace la idea de tocar en un iglú de viento?
Esto es un cuelgue (risas). Aquí en Cataluña hemos tocado tanto, conocemos ya casi todas las salas y queríamos investigar un territorio nuevo. Me vino esta idea porque hay un artista aquí en Igualada que reconstruye antiguos globos aerostáticos y los convierte en obras de arte, como si fueran tiendas de campaña gigantes pero sin estructura. Se aguantan por aire. Le comenté la idea y aunque me dijo que nunca se había hecho, podíamos intentarlo. Así que nos hizo un iglú gigante en el que cabemos todos. No lo podemos reproducir muchas veces porque es logísticamente complicado. Cuando estás ahí dentro es algo increíble, un espacio nuevo. Llegamos a pensar incluso en hacer un parking de móviles en la entrada pero no sé si lo vamos a hacer.
Volvéis a sentir que habéis renovado las ganas a la hora de afrontar un lanzamiento.
Totalmente. Tenemos muchas ganas de tocar porque estamos muy conectados con las canciones. Con el aspecto musical sí sentimos que estamos enchufados. Pero en términos de entrar en la rueda de la promo y estar en todas partes, ya no tengo la sensación que quiera formar parte de ello. Antes era diferente. Tengo ganas de hacer las cosas que me apetezca pero no tengo la necesidad de estar en los sitios que hay que estar. El parón me ha dado distancia respecto a ello, a la hora de dejar fluir las cosas. Lo que quedan son otras cosas en el camino.
” data-cs-src=”https://www.youtube.com/embed/JYe7V-vEs3s?feature=oembed” frameborder=”0″ allow=”accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share” referrerpolicy=”strict-origin-when-cross-origin” allowfullscreen>
¿Hay alguna canción en el álbum que te toque especialmente la fibra, en términos de lo que ha supuesto sacarla, o lo que creas que te va a generar tocarla en vivo, por ejemplo?
Hay varias, como tres o cuatro muy especiales. “Ara no sé què dir-te”, “La por i l’oblit”, la última del disco, “Si no fos tan fácil” que es la primera que tuve lista, y me acuerdo de que cuando la acabé me puse a llorar porque ya no pensaba que podía hacer canciones así. Es de mis favoritas. Está grabada en una toma con todos los instrumentos a la vez y puedo dibujar el momento en el que la hicimos, y me conecta con Big Thief un poco.
Fue increíble. Ellos vinieron a grabar “Vampire Empire” al teatro Cal Eril en Guissona y nosotros, Jaume Matas y yo (junto a Phil Hartunian) hicimos de ingenieros. Son gente con la que conectas a todos los niveles. Son inspiradores porque son buenísimos. Por ejemplo, esta obsesión que ahora hemos tenido por grabar en directo, viene de ahí. Grabar tomas que tuvieran algo de magia. Grababan sin cascos, les importaba poco el sonido y mucho más que lo que estuvieran grabando, tuviera alma. Hemos aplicado todo esto en nuestra forma de afrontar estas canciones del nuevo álbum. Fue una carambola todo. Fuimos teloneros suyos con Ferran Palau en un Primavera Sound y les dimos unos discos. Los escucharon, les gustaron y acabaron poniéndose en contacto. Teníamos entradas para verlos y tres días antes los teníamos grabando en el teatro.