Salen los músicos al escenario. El público se calla para que empiece la ceremonia. Es como estar en el Club Silencio en donde David Lynch hacía callar a la gente para que cantara Rebekah del Río la preciosa “Llorando” de Roy Orbison. Pero no, esta noche la hechicera era la mujer más antiestrella que ha dado el pop en los últimos treinta años. Beth Gibbons sale al escenario con camiseta, tejanos y con pies descalzos. No hace falta más. Su voz y carisma ya ponen el resto.
A Beth se la quiere por muchas cosas: por su timidez al agarrarse al micro como un salvavidas; por tener una voz que es imperial pero a la vez parece que se vaya a romper; por ponerse al frente de los Portishead y recrear collages magistrales de música en constante mutación, y en donde cabía la resaca del rave, Lalo schifrin O Isaac Hayes; por ese porte de cabaretera con carmín corrido que iluminó la portada de Ficticio. Por muchas cosas. Tenemos muchas razones para amarla.
La de Exeter se presentaba en el escenario de Las noches de Barcelona para presentar su fantástico disco en solitario Vidas superadas: un disco que es como un embrujo, un hechizo, algo fuera de las coordenadas espacio-tiempo. En él narran sus miedos a la vejez, los oscuros recovecos que dan cabida a los miedos ancestrales con el ser humano y con la naturaleza. Ritmos quejumbrosos de ritualismo arcano.
Los juegos de luces sirven para atrapar un misterio. Gibones arranca con “Tell Me Who You Are Today» y es como si oficiase una ceremonia para conversos. Se suceden gemas como “Burden Of Life”, “Floating On A Moment”, y parece que las sonoridades viran hacia paisajes ensoñadores y momentos en los que uno recuerda a unos Rey carmesí siempre en penumbra.
“Mysteries” es una obra maestra que se incluía en su colaboración con Rustin hombreese Fuera de temporada en donde nuestra maestra de ceremonias se metamorfosea en Nina Simoneen Nick Drakeen Tim Buckey y en todos los estados liminales que existen. “Tom The Model” fue otro momento para el recuerdo: voz a punto de romperse mientras nosotros la acompañamos en un vals hacia el fin de la noche. Se apagaron las luces. Queríamos sanar las heridas. Sonaron los acordes de “Roads”. Las notas se diluían entre luces azules. “Tenemos una guerra para luchar/nunca encontramos nuestro camino/independientemente de lo que digan/cómo se sienten, esto es incorrecto” y la guitarra creaba una difuminada neblina blackexpotation. “Glory Box” cerraba el disco que cambió muchos paradigmas en el pop, y atendimos a una llamada al amor y Gibones era nuestra Billie Día festivo que cierra los ojos y enciende pasiones soterradas. Hay muchas razones para amar a Beth Gibbons. Las heridas siguen ahí.
Fotos Beth Gibbons: @Joseirun_Fotography (Las noches de Barcelona, Palacio de Pedralbes)