Este fue el evento que nadie podía perderse. La película que todo fan de superhéroes, y del cine en general, debía ver. Lo analiza Fatty Martin

Para contar esta historia tenemos que viajar al año 2019 y ponernos en situación. El cine de superhéroes, especialmente el de Marvel, es lo que domina las carteleras, los foros de internet, las conversaciones entre amigos y el mundo del entretenimiento en general. Todo el mundo glorifica lo que ha creado Kevin Feige desde que Iron Man se estrenó en 2008 y el público se prepara con impaciencia para el estreno de Vengadores: Infinity War, el gran evento cinematográfico de la década.
El Universo Cinematográfico de Marvel estaba a punto de llegar a su final, así que el estudio podía arriesgarse con la trama como no lo había hecho hasta entonces. Y eso es lo que hicieron con Vengadores: Infinity War, una obra con un impactante final -¿quizás el mayor del cine ‘blockbuster’ de los últimos años?- que hizo que las expectativas de los fans subieran por todo lo alto ante la llegada, un año después, de Vengadores: Endgame. Esta, sí que sí, cerró la etapa dorada del cine de superhéroes.
Ahora Fatty Martin dedica una nueva entrega de No es como las demás a la película de los hermanos Russo. Ajustaos el guantelete del infinito, porque la cosa se pone seria. ¡Vamos allá! Ah, por cierto, vienen ‘spoilers’.
Como decimos, Vengadores: Endgame era una de las películas más esperadas por los fans de los superhéroes y, por ende, por el público masivo que contaba los días para verla en pantalla grande. Por lo tanto, el secretismo fue brutal. Robert Downey Jr. se convirtió en el único miembro del reparto de Endgame que trabajó con un guión completo durante todo el proceso de rodaje, mientras que a los demás actores solo les dieron sus escenas para evitar filtraciones prematuras y spoilers. Por increíble que parezca, Downey Jr. ya conocía cómo iba a terminar su personaje en el momento de renovar su contrato con Marvel para Spider-Man: Homecoming, Infinity War y Endgame. El motivo era que Kevin Feige y compañía querían que el primer héroe del UCM se uniera a su visión creativa y al ser su personaje uno de los ejes de la historia desde el principio, querían que aportara de forma activa a la historia.
El universo había comenzado con su película en solitario 10 años atrás y ahora debían honrar la trayectoria de su personaje en los momentos finales de esta etapa. Por lo tanto, Kevin Feige quería otorgarle al actor la libertad creativa suficiente como para honrar su trabajo y el impacto de su personaje. La petición de Downey Jr. fue clara: que no se le diera ningún diálogo al personaje en la escena de la muerte. Y fue algo totalmente acertado, porque el silencio le da a la escena mayor épica que cualquier línea de diálogo.
El caso es que el actor no paró de aportar grandes momentos al clímax de la película: ese “te quiero 3000” está influenciado por la frase que sus hijos le suelen decir en la vida real -aunque hay quien asegura que es una referencia a los minutos de metraje que hay en todo el UCM hasta Spider-Man: Far from home. Los fans siempre tan observadores-.
Ante un título de este tamaño, podrás imaginar que el rodaje también tuvo un nivel descomunal de producción, coordinación y cuidado al detalle. Más aún si tenemos en cuenta que todos los actores involucrados en la batalla final realmente estuvieron en el estudio juntos. No fueron añadiéndolos digitalmente, sino que verdaderamente rodaron juntos esas escenas en el mismo espacio físico, lo cual convierte el rodaje en algo absolutamente épico. Eso sí, lucharon contra un ejército invisible, pero no había presupuesto para traer a tantos alienígenas a la Tierra. Además, la escena se contó con la friolera de 1400 artistas de efectos visuales de varios estudios, incluido WETA. El tiempo que se dio para completar la batalla final de Endgame fue de tan solo 16 semanas, lo que es más asombroso cuando se pone en el contexto de que Infinity War y tardaron casi tres años combinados en filmarse y editarse. El resultado final es espectacular.
Vengadores: Endgame no solo fue una superproducción con un presupuesto gigantesco y una taquilla que rompió récords; fue, sobre todo, un fenómeno cultural que marcó el cierre de una era dentro del cine de superhéroes. Con más de 350 millones de dólares invertidos y una recaudación que superó los 2.7 mil millones, la película no solo cumplió con las expectativas, las aplastó. Pero más allá de los números, fue ese sentido de conclusión, de despedida para varios personajes clave, lo que realmente la convirtió en un evento cinematográfico irrepetible.