Estafa Todas Las Cosas Buenas (Lago Naranja Records, 2025) Rufus T. Firefly han dado con un muestrario reluciente de todas sus facetas estilísticas. Toda la destreza adquirida a lo largo de su ya larga trayectoria ha ido sumando al bagaje de una banda que hoy en día está a un nivel superlativo, tanto en sus grabaciones en estudio, como en la traslación al directo de unas composiciones cambiantes, desafiantes y nada acomodadas como las suyas. El lustre que ha ido adquiriendo su cancionero, les permite además armar un repertorio variado y vibrante, que juega con diferentes tonalidades de intensidad para acabar provocando, una y otra vez, sonadas ovaciones. Una grada rendida a sus encantos, consciente de lo especial que resulta verles atacar sus canciones con tal actitud y convencimiento.
Si a todo lo que la formación de Aranjuez es capaz de ofrecer hoy en día, le sumamos la belleza innegociable del anfiteatro de la Finca El Portón en Alhuarín de la Torre, tenemos todos los puntos para acabar por aseverar que el Ciclo de alhauto volvió a vivir una noche para el recuerdo. Hace ya tiempo que intentar etiquetar la música de Rufus T. Firefly dentro de un género en concreto, resultó un ejercicio carente de sentido. Si en el anterior El Largo Mañana (Lago Naranja Records, 2021) acariciaban con delicadeza la sutileza del soul aterciopelado, en el reciente Todas Las Cosas Buenas abrazan una suerte de electrónica visceral sin que este trabajo remita a ninguno en concreto de los anteriormente publicados. Su feliz colisión con el rock guitarrero, con la inmediatez del pop clásico o con la acústica cadencia de la bossa, le otorga la categoría de álbum más ambicioso, ecléctico y completo editado por el combo hasta la fecha.
Alineados como una fuerza de la naturaleza de impacto fulminante y atronador, los seis músicos crearon su universo particular para transmitir su propio lenguaje, en una coreografía hipnótica capaz de llevar la experiencia del directo un paso más allá. Ahora es su batería, Julia Martín-Maestrola que ocupa la posición central, ejerciendo de eje catalizador a partir del cual se van tejiendo dinámicas envolventes capaces de provocar un movimiento marcado por la sincronía expansiva, con sus diferentes vasos comunicantes en constante interacción.
La suave inercia de “El Coro Del Amanecer” fue la encargada de sumergirnos en la montaña rusa de emociones que van del flechazo directo tan Los Smiths de “La Plaza”, a la escapada alucinógena por los páramos castellanos de “Dron Sobrevolando Castilla La Mancha”. Pasando por la pátina guitarrera de “Río Wolf”, la épica melódica de “Ceci N’est Pas Une Pipe” con Julia a los mandos, o los subibajas vertiginosos de ese trío demoledor que configuran “Trueno Azul”, “Todas Las Cosas Buenas” y “El Principio De Todo”. Son algunas de las diferentes caras de un combo en esencia poliédrico, que no entiende de inmovilismo estilístico y que da rienda suelta a sus múltiples filias musicales en canciones mutantes con las que perderse sin apego por las coordenadas o las referencias. De sus impredecibles ritmos se deduce una ausencia de reglas que les confiere una naturaleza propia e inconfundible, en un fluir libre y decidido de latido orgánico y seductor.
En ese discurso arrebatador hay espacio para las cabalgadas a golpe de Hammond de “Lafayette”, “Polvo De Diamantes” y “Sé Dónde Van Los Patos Cuando Se Congela El Lago”, para el recuerdo más que vigente de las eternas “Magnolia” y “Nebulosa Jade”, claves en su evolución, o para registros con los que son capaces de hacer parecer fácil lo difícil (“Canción De Paz”), cuyo mensaje cobra tanto sentido en esta vorágine tan destructiva en la que se ve envuelto el planeta desde hace ya tanto tiempo.
Este no fue un concierto más para Rufus T. Firefly. Tras más de una década juntos, llegaba la hora de despedirse de su técnico de sonido, Juanra Veray lo cierto es que pusieron todo para dedicarle una velada cargada de emoción y sentimiento. Un nuevo derroche de clase y talento para una banda en ascenso imparable que desde la más absoluta independencia, ha ido construyendo un camino no exento de dificultades haciendo gala de una personalidad y una confianza absoluta en sus posibilidades, acompañadas por una dedicación absoluta dentro de un mundillo como este, en el que sobrevivir sin apenas ayuda puede considerarse un auténtico milagro. Es por ello que observar cómo, uno tras otro, van llenando recintos como el del imponente anfiteatro de El Portón, solo puede causar satisfacción como reconocimiento a una carrera intachable, marcada por su condición de corredores de fondo capaces de no desfallecer y superarse a cada envite.
Fotos Rufus T. Firely: @guillermol2g(Ciclo de Alhauto)