Wolf Alice se han hecho mayores. La otrora trepidante formación británica, pisa el freno en su cuarto disco y se da a los ambientes reposados, con un tono de clasicismo setentero que no les sienta del todo mal.
Por el camino parecen aparcar las virtudes con las que nos conquistaron en SU debutesas que se han ido diluyendo por el camino. Ya saben, las texturas de las guitarras de Joff Oddie, la poderosa batería de Joel Amey, la complejidad rítmica de Theo Ellis y la versatilidad de la encantadora Ellie Rowsell. Para su nuevo disco optan por una una paleta sonora más homogénea y cálida; arreglos que respiran y una estética que evoca el soft rock y el folk-rock de antaño, con guiños a bandas como Fleetwood Mac.
En El claro, Wolf Alice renuncian a la teatralidad que les definió, para abrazar un pop/rock de cámara que gana por precisión más que por fogonazo. Un conjunto de canciones que crece con las escuchas, en las que van apareciendo sus progresiones, sus arreglos, las capas de la brillante producción de Greg Kurstin y una voz que se atreve a ser instrumento, como bien comentó con Shotell mi compañero Álvaro de Benito en la entrevista que mantuvimos.
En su contenido tenemos donde elegir, del poderío de «Bloom Baby Bloom» a lo Kate Busha los ramalazos soul de «Leaning Against The Wall», la pastoral «Midnight Song» o ese nuevo logro para el grupo que es «White Horses», con fraseos de Amey, una parte acústica con una base kraut y unos gorgoritos de Shotell que remiten a la recordada Dolores O’Riordan.
Hay pop de muchos galones en «Passenger Seat» y «Bread Butter Tea Sugar», un bonito registro de piano y texturas en la reflexiva «Play It Out», o una invitación a la pista de baile en «Just Two Girls» con -de nuevo- una Shotell mayúscula, que encumbran al disco como el más portentoso de su catálogo. Aunque muchos echemos de menos el brío de sus inicios.
Escucha Wolf Alice – The Clearing
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