En 1988, Tom Cruise se había convertido, de golpe y porrazo, en uno de los actores más respetados y queridos del mundo. En tan solo tres años había estrenado, de manera consecutiva, Top Gun, El color del dinero, Cocktail y Rain Man, convirtiéndose en una bestia cinematográfica que no solo se dejaba dirigir por los mejores: además, encadenaba éxitos de taquilla, uno tras otro. Conseguir que saliera en tu película era sinónimo de éxito y, por eso, cuando un día se acercó a saludar al plató de Arma Joven, nadie estaba dispuesto a desperdiciar ese talismán.
Ole mi arma (joven)
A finales de los años 80 el “Brat Pack” lo tenia todo: eran los ídolos de los adolescentes y sus películas agradaban a los mayores. Emilio Estévez, Rob Lowe, Demi Moore o Molly Ringwald, junto a sus compañeros, una vez pasado el boom de El club de los cinco y St. Elmo, punto de encuentro, siguieron haciendo películas juntos. Una de las más definitorias fue Arma Joven, un western sobre la banda de Billy el Niño en el que, sin saberlo, iba a aparecer el mismísimo Tom Cruise.
Cuentan que un día el actor trabajaba cerca y pasó a saludar a sus amigos (Emilio Estévez, Kiefer Sutherland, Charlie Sheen, etcétera) cuando se les ocurrió una idea: ¿Y si le ponían un sombrero y una pistola y se convertía en un vaquero asesinado en dos planos? Dicho y hecho: esta es la película de Cruise en la que menos aparece, seguido de cerca por Amor sin fin y Austin Powers en Miembro de Oro.
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El talismán funcionó, por cierto: Arma Joven costó 11 millones de dólares y recaudó 56, más que suficiente para dar el visto bueno a una secuela que volvía a reunir a la banda, pero sin Cruise a la vista. Incluso sin él no le fue mal, conste, porque recaudó prácticamente lo mismo que la anterior… y, de hecho, llevan años hablando de resucitar la franquicia con una secuela tardía. ¿Hará un hueco el protagonista de
Top Gun Maverick para volver a calzarse el sombrero de cowboy?