
El deporte americano en general tiene una gran capacidad para el espectáculo, y por eso muchos esfuerzos se dedican a mantenerlo impoluto. La NBA fue una de las ligas que más lo abrazó, con jugadores convirtiéndose en superestrellas a base de jugadas y hazañas increíbles. Pero esta atmósfera puede terminar de romper algunas mentes.
Pocos casos resultaron tan impactantes como el de Gilbert Arenas, uno de los escoltas más anotadores durante la primera década del siglo XXI. El jugador, que llevaba el número 0 a su espalda en la universidad y en todos los equipos que jugó como respuesta a los críticos que decían que no jugaría ni un minuto en la NBA, tuvo una caída en desgracia que le hizo salir de la liga por la puerta de atrás.
Escoltas tiradores
Arenas fue de los jugadores que más se vanagloriaba en ser un antagonista para el resto, y de adoptar una actitud “gangsta” y callejera que llevaba a la cancha. Esto le volvió conflictito en un punto que debería ser dulce para su carrera, donde se acercó a promediar 30 puntos por partido y consiguió un contrato de 111 millones de dólares por seis años para jugar con los Washington Wizards. Esto ocurrió en 2008, pero un año después todo pegaría un vuelco total.
El escolta, que llegó a admitir en cierto punto que tenía 500 armas de fuego en su casa, empezó a tener conflictos con compañeros como Javaris Crittenton, quien acumuló una importante deuda tras una partida de cartas durante un vuelo del equipo. Crittenton pensó que se libraría de pagar, pero Arenas no estaba dispuesto a dejarse torear, lo que derivó en amenazas mutuas de enfrentarse a balazos.
Entonces llegó el episodio fatal para ambos, días después en la Nochebuena de 2009. Arenas llegó al vestuario de los Wizards con cuatro armas descargadas en su mochila, y retó a Crittenton a coger una, llegando a apuntarle a la vista de todos. Su compañero replicó sacando otra arma que tenía ya en su taquilla, y el resto del equipo salió despavorido ante la posibilidad de un tiroteo. No se produjo, pero ambos escoltas acabaron capturados por la seguridad del equipo y posteriormente investigados no sólo por la NBA, sino por el estado de Washington por tenencia ilícita de armas.
Durante la investigación Arenas se encargó de empeorar su situación, haciendo gestos de armas con las manos en un acto de presentación del equipo. El comisionado oficial de la liga, David Stern, tomó esta provocación como una falta de arrepentimiento por su parte, y se encargó de que su sanción fuese ejemplar. Arenas y Crittenton fueron suspendidos de empleo y sueldo para el resto de la temporada, y fueron condenados por delitos relacionados con la posesión de armas de fuego que les llevaron a una condena a prisión. Gilbert recibió dos años con libertad provisional, además de 30 días de arresto domiciliario, mientras que su compañero estuvo solo un año.
Cuando regresó al equipo, Arenas intentó liderarlo volviendo a ser el letal anotador por lo que era anteriormente reconocido, pero no llegó a acercarse nunca a ese nivel. Menos de un año después del escándalo con armas, el escolta fue traspasado a los Orlando Magic, y tras década y media ahora es sujeto de un documental true crime de Netflix titulado Secretos del deporte: Escoltas, donde se trata el caso y su posterior decadencia, así como la de Crittenton que acabó en prisión por homicidio involuntario de una mujer en un tiroteo.
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