La segunda noche consecutiva de Carlos Santana en las madrileñas Noches del Botánico ya prometía convertirse en algo especial antes de arrancar. Englobada su actuación dentro su actual tour mundial, de nombre Tour de unidad 2025quedaba claro que Madrid tenía ganas de reencontrarse con la guitarra del maestro de origen mexicano. Ese chamán silencioso que habla con las seis cuerdas y que es capaz de invocar ritmos latinos, rock incendiario y cadencias jazzísticas.
A la hora marcada, el concierto arrancaba con un sonido impecable, ya una de las señales distintivas de Noches del Botánico. Salía Santana por uno de los laterales del escenario, para ocupar el centro de este y desde allí poder ejercer de maestro de ceremonias y director de orquesta, levantándose de su asiento ocasionalmente para soltar uno de sus solos, o guiar a sus músicos con gestos que, solo alguien a punto de cumplir seis décadas en el show business, puede ejecutar con esa autoridad.
El setlist fue un viaje entre clásicos imperecederos y sorpresas bien dosificadas, que arrancó de manera “enlatada” con “Aurora Borealis”, de Sabu Martínez, con uno de los asistentes de Carlos Santana – apostado a pie de foso de escenario – arengando al público para que gritara y saltara. Así, el recinto estalló con la primera canción, que sirvió de percutora de lo que vendría a continuación, esta fue el clásico “Soul Sacrifice”.
Enlazaron rápidamente y sin respiro con «Jin-go-lo-ba», reverenciando siempre a Babatunde Olatunji, o con la poderosa «Evil Ways» de Willie Bobo. No hubo paradas, la excepcional banda que le acompaña es pura gasolina al servicio de Santana, que continuaba con: «Black Magic Woman» enlazada magistralmente con «Gypsy Queen» de Gábor Szabó, y el homenaje a Tito Puente en «Oye cómo va».
«Maria Maria» y «Foo Foo» allanaron el set para un memorable solo de bajo de Benny Rietveldcuya precisión y presencia escénica certifican por qué lleva décadas acompañando a Santana. No obstante, en algunos temas, precisamente en la mencionada “Maria Maria” fue evidente que Santana cedía gran parte del peso del espectáculo a su excelente banda, reflejando así con total naturalidad el inevitable paso del tiempo.
«Me retiro» añadió un instante más tranquilo, antes de que sonara la sorprendente versión del tema de la Banda de Blues Vargas«Chill Out (Sácalo)», recibida con un calor sorprendente por un público conocedor de su cancionero habitual en directo.
Andy Vargas Y Ray Greene al frente de las voces aportaron soul y la cara más latina, destacando especialmente en una muy coreada «Corazón espinado» y la infalible «Put Your Lights On». Pero fue Cindy Blackman la que atrajo muchas de las miradas – también gracias a la realización, memorable, por cierto, de las cámaras en directo – con un demoledor solo de batería previo al bis, reivindicando su merecida reputación como una de las bateristas más solventes de la historia.
Así, Carlos Santana reafirmó en esta segunda noche en Madrid que su leyenda, lejos de extinguirse, sigue creciendo, alimentada por décadas de entrega por la música y respaldada – eso sí – por un plantel de músicos se entienden a la perfección con él.
Fotos Santana: Fernando del Río
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