Era tan épica y tan increíble que a nadie le importó que se robara a sí misma
A la hora de guionizar Independence Day no tenían claro cómo debían atacar los alienígenas: ¿Se esconderían en pequeñas esporas que poco a poco fueran creciendo o harían una gran entrada, por todo lo alto? Roland Emmerich y Dean Devlin le dieron vueltas durante toda la escritura de la primera versión del guion, que duró un mes mientras estaban de vacaciones en México. Al terminar, lo enviaron, a puerta fría, a Fox, que viendo quién lo escribía, lo aprobó de manera casi inmediata. De hecho, la pre-producción empezó tan solo tres días después.
¡Vienen los aliens, copia planos!
Esta es la película que más miniaturas ha necesitado en la historia del cine, desde calles enteras hasta aviones y monumentos. De hecho, llegó a construir versiones de 9 metros de las naves extraterrestres y hasta una Casa Blanca de 3 metros de largo que hicieron explotar. Pero claro, era complicado, porque solo tenían una oportunidad de que saliera bien: tardaron una semana en planear la explosión y necesitaron 40 cargas explosivas para que fuera tan épico como vemos en la película.
Con este nivel de detalle y de dinero gastado, no es de extrañar que quisieran reaprovechar lo que ya les había funcionado. En el clímax de la película, Emmerich decidió coger un plano que había quedado especialmente bien (la explosión del Empire State) y ponerlo otra vez, pero boca abajo y de lejos. Tan solo un grupo de expertos en efectos especiales de Corridor Crew acabaron dándose cuenta muchísimos años después.
Curiosamente, al inicio de su producción la película ni siquiera se llamaba Independence Day, porque compartía nombre con un drama de Warner de 1983, y requeriría comprarles los derechos del título, algo que Fox no estaba dispuesta a hacer. Así, se tituló ID4 hasta dos semanas después de empezar el rodaje: después de ver lo que se estaba grabando cada día, a Fox no le quedó más remedio que rascarse el bolsillo.