
Ahora mismo consumir cine y series pasa para muchos inevitablemente por Netflix, convirtiéndose en app de referencia que se abre casi automáticamente cuando hay que ver algo. Su modelo de negocio en streaming ha transformado la industria, apostando por algo que muchos no supieron predecir. Aunque algunos ya estaban tanteando terreno y estuvieron cerca de adelantarse.
Blockbuster era la cadena de videoclubs más potentes de Estados Unidos, y parecía un gigante empresarial incuestionable hasta que llegó el streaming. Un año estuvieron cerca de hacerse con Netflix por 50 millones de dólares cuando esta sólo se encargaba de enviar DVDs a demanda por correo, pero antes incluso consiguieron un acuerdo que podría haber cambiado el mundo del entretenimiento mucho antes.
Un acuerdo histórico
En julio del año 2000 medios como Los Angeles Times informaron sobre lo que parecía un acuerdo histórico. Blockbuster firmó un acuerdo de 20 años con la tecnológica Enron para desarrollar una nueva vía de vídeo bajo demanda aprovechando Internet y un aparato que se conectase al televisor, o incluso directamente desde el PC. Observando como iba creciendo la demanda de Internet de Alta Velocidad, las dos empresas vieron que podía llevarse directamente al consumidor el contenido sin tener que salir del domicilio.
El acuerdo era prometedor. La empresa tecnológica subió en bolsa de forma extraordinaria y afirmó que el acuerdo le iba a suponer unos 110 millones de dólares en beneficios, lo que les permitió alcanzar un máximo histórico en valor de venta por acción. Sin embargo, meses después Blockbuster rompió el acuerdo tras ver proyectos piloto poco convincentes y las dudas emergentes sobre la demanda del servicio.
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Enron Corp mantuvo la fachada de que estaban causando una disrupción en el mercado tecnológico, y que si no lo hacían con Blockbuster encontrarían otra manera de vender esta idea. Pero no duró mucho ya que muchos analistas e investigadores estaban poniendo en duda cómo la empresa generaba beneficios, especialmente unos tan astronómicos como estaba anunciando.
Todo esto derivó en una filtración interna de fraude, llevando a una auditoría masiva que acabó en una de las mayores bancarrotas de la historia empresarial estadounidense. Poco después el videoclub seguiría con su modelo tradicional, y una empresa que enviaba discos por correo empezaba a tantear la idea que cambiaría el mundo.
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