La mojigatería de nuevo intenta cancelar a una estrella joven del pop. Esta vez desde la división de feministas que se quedaron en los sesenta, y parece que no están dispuestas a comprender que el tiempo pasa, de la misma forma que las teorías feministas avanzan con el paso de los tiempos.
La nueva diana para escupir todo el odio rancio que tienen acumulado es la portada del nuevo disco de Sabrina Carpenter. En El mejor amigo del hombre (Isla Archivos2025) aparece la de Pennsylvania en plan sumisa ante un hombre (el que no sabemos nada de él, solo que viste traje chaqueta en plan ejecutivo agresivo) que la coge de los pelos mientras ella mira al objetivo con cara de pasarlo bien. Entre las reacciones en las redes sociales de la artista se incluyen todo tipo de improperios, e incluso una asociación de Glasgow que ayuda a mujeres que sufren abusos sexuales la calificó como “un retroceso a clichés desgastados que reducen a las mujeres a mascotas, adornos y posesiones, y que promueven elementos de violencia y control”. Lo que parecen pasar por alto estas afirmaciones es que las nuevas feminidades y sexualalidades actuales se viven de formas muy diferentes a como las vivieron (posiblemente) estas mismas personas: algunas jóvenes disfrutan de su sexualidad jugando con el control de su propia sexualidad sin complejos con la insubordinación como referente, y esto parece que no cabe en la mente de los y las controladoras oficiales de las corporalidades contemporáneas.
A Sabrina Carpenter le gusta jugar con subvertir el canon femminista, y el rol de mujer sumisa puede ser igualmente de disfrutable si es ella la que sabe controlar los límites hacia donde llevar el entretenimiento, y esto lo hace con esa pose entre zorrona y pazguata naïf con la que se identifica tanto fan. Todo esto lo pudimos comprobar en su pase en el último Primavera sonidoen donde vestida con mucho brilli-brilli le daba buenos zascas a las masculinidades dominantes ante las carcajadas de sus fans.
Dejando a un lado las polémicas, su nuevo disco sigue la senda que ya despejaba su anterior y exitoso Corto n ‘dulce (2024): pop elegante con ganchos infalibles, una producción pulida al máximo (Jack Antonoff es una apuesta segura: el Steve Albini del gloss), y ganas infinitas de divertirse. Otro álbum que contiene hits imparables como “Manchild” y sus pullas a los tíos que se comportan como críos; ese patrón de la infantilización de muchos heteros cis lo deja en evidencia en muchos otros temas como es el caso de la balada a medio tiempo con toques de reggae de “Nobody’s Son”; la espléndida “Never Getting Laid” es pop sofisticado con un estribillo para prender mecheros; la música disco engalana el trote desinhibido de “House Tour”, y la herencia con Abba deja su huella en la canción “Goodbye” que cierra el disco y ese “Solías amar mi trasero, ahora, cariño, ¿no lo verás de nada?” que resonará en la cabeza de algún casposo librepensador.
Escucha Sabrina Carpenter – Man’s Best Friend
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