Una historia muy personal para la actriz, pero un filme que se olvida en cuanto te levantas de la butaca

Angelina Jolie es muchas cosas, pero ni es santa ni hace milagros. Por mucho que la película que protagoniza le toca de muy cerca. En Couture, su nuevo proyecto en la gran pantalla, da vida a una directora de cine de terror que colabora con una marca de alta costura para encargarse de la parte visual de su desfile durante la Semana de la Moda de París. Maxine, el personaje de Jolie, viaja de Los Ángeles a la capital francesa para colocarse detrás de las cámaras de un vídeo que no le llevará mucho tiempo. Ha aceptado el trabajo porque necesita el dinero. Maxine, que está en pleno divorcio y no hace mucho caso a su hija, recibe una mala noticia ya en la capital francesa: los resultados médicos de una biopsia confirman que tiene cáncer de mama.
Couture, de Alice Winocour, no solo sigue a Maxine en su intento de seguir trabajando mientras se somete a las pruebas médicas que le confirman que su situación es mala; también a otros personajes que se cruzan en su camino. Está Ada (Anyier Anei), una joven estudiante de Farmacia que ha abandonado Nigeria para trabajar como modelo. Es el nuevo rostro de la marca para la que colabora Maxine -el vídeo que está dirigiendo esta última está protagonizado por Ada- y se siente como pez fuera del agua: no sabe desfilar, nunca ha caminado en tacones y tampoco está segura de si el mundo de la moda es el suyo.
A Maxine y Ada se le suma Angèle (Ella Rumpf), una maquilladora que aspira a ser escritora. Ha propuesto una idea a una editorial: escribir un libro sobre las historias que las modelos le cuentan mientras las maquilla. Los primeros borradores no han recibido una reacción demasiado positiva. Por último, hay una joven modista (Garance Marillier) que está cosiendo su primer vestido, el que abrirá el desfile de la marca y que llevará puesto Ada.
Muchos personajes. Poca profundidad
Pathé
Las historias de Couture están desarrolladas de forma superficial y con poca sutileza. Hay momentos que rozan el ridículo y situaciones que, pese a tratar un abanico de realidades, no son capaces de profundizar en lo personal. Maxine tiene cáncer y la noticia es un momento duro, pero su trama no va más allá del relato básico de una mujer que se enfrenta a la enfermedad.
El filme de Winocour no aporta nada nuevo. Lo que ocurre con Maxine pasa también con Ada y el resto de personajes: sus historias se presentan, pero no despegan nunca. Hay demasiados personajes principales y poco tiempo en pantalla. Todo es tan tibio que no hay reacción.
Jolie, que se sometió a una doble mastectomía en 2013 para reducir drásticamente su riesgo de cáncer de mama y cuya madre murió de cáncer de mama en 2007, es, por buscar algo que destacar, lo más notable de Couture. No por su interpretación, que es correcta, pero, como todo en el filme, tampoco destaca; sino por su conexión personal con el personaje al que da vida. Ni Louis Garrel ni Vincent Lindon, otros dos nombres con fuerza del elenco, consiguen remontar la película. Un filme que se olvida en cuanto te levantas de la butaca.