El presentador regresó a las ondas esperanzado y emotivo, pero consciente de que no ha salido del punto de mira

Desde el anuncio de la ABC de suspender temporalmente el programa de late-night de Jimmy Kimmel una tormenta perfecta se desató. Aunque fue celebrado por Donald Trump y sus acólitos, como la Comisión Federal de Telecomunicaciones que hizo unas amenazas a través de su presidente a Disney para quitar de en medio al presentador, un montón de personas del mundo del entretenimiento y la política se han posicionado a favor tanto del programa como de la libertad de expresión.
Muchos creativos estaban dispuestos a dejar de trabajar con Disney, algunos incluso animando a cancelar suscripciones a sus servicios de streaming, e incluso políticos conservadores aseguraron que esto sentaba un mal precedente para los valores americanos. De ahí que la ABC casi una semana después decidiese reponer el programa, y Kimmel no dudó en agradecer el apoyo de todo el mundo, incluso de esos políticos que ha criticado en el pasado, por sobreponerse a lo que era un impulso autoritario del presidente del país.
Una victoria parcial
En su monólogo de regreso, el presentador vio una oportunidad de hermandad entre gente que piensa distinto para oponerse ante un líder represivo e impulsivo como Trump. También aclaró las intenciones del chiste inicial que provocó su salida inicial de las ondas televisivas, que en ningún momento se burlaba del difunto Charlie Kirk y en todo momento se mostró empático con su familia. Kimmel jugó sobre seguro, aunque con determinación para seguir manteniendo su libertad artística y de discurso, porque perderlos es lo más “anti-americano” que podría suceder.
El tono tenía parte de esperanza y emotividad, además de humor, pero también no pecaba de inocentón. Kimmel sabe que volver es una victoria, pero que no ha ganado todavía una guerra candente con un presidente que quiere tener todo el control de todas las instituciones, y quiere ser admirado por ello. Sabe además que la victoria es parcial, porque el programa no se emite únicamente en ABC como ente único sino que depende de un montón de cadenas subsidiarias repartidas por todos los estados que componen el país. Varios de estos estados se negaron a emitir su programa de regreso, y el presentador los mencionó todos en su monólogo.
Es posible que el fuego termine apagándose, y que el programa de Kimmel vuelva inevitablemente a emitirse a nivel nacional, pero todavía no estamos en ese punto. La conversación va a tener cola todavía durante unos cuantos días más, y Trump probablemente intente que sus aliados en las instituciones hagan algo para intentar neutralizar al presentador y a otros programas de late-night, ya que también pidió la cancelación del resto. El formato va a terminar siendo el eje de una conversación sobre la libertad de pensamiento de todo un país.
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