
La estrellas de cine tienen sus ambiciones de triunfo en su disciplina, pero eso no quiere decir que sea su único área de interés. Algunos sorprenden desarrollando un intelecto o talento único en otros campos, como puede ser el de la ciencia. Se puede decir que el caso de Terrence Howard es toda una sorpresa, aunque no tanto por su excelencia tras dejar de lado la posibilidad de volverse una estrella Marvel tras salir en la primera Iron Man.
El actor pasó a liderar una serie líder en audiencia como Empire, pero para él en parte era una manera de ganarse el sustento para desarrollar su verdadera pasión. Con ambiciones de desarrollar su curiosidad científica, estudiando ingeniería química durante un tiempo. Pero lo que le estaban enseñando no tenía sentido para él. ¿Cómo es posible que 1 multiplicado por 1 sea 1? ¿Es que tiene valor nulo?
Unas nuevas multiplicaciones
Para Howard, el resultado de esa operación debía ser 2, no 1. Su profesor en su momento claramente no le compró la idea, pero décadas más tarde decidió demostrar que tenía razón. En 2015, en una entrevista para Rolling Stone, el actor expuso lo que definió como “Terryology”, un lenguaje formal que iba a replantear totalmente los fundamentos de las matemáticas y cómo interactuamos con ellas.
De su nueva formulación matemática elaboró una serie de esculturas y formas artísticas que, según él, por su mera existencia estructural sostenían su teoría de que 1 multiplicado por 1 es igual a 2. Nadie consideró seriamente la propuesta, pero estaba determinado a demostrarla. Por eso mandó su investigación a Neil deGrasse Tyson, para que le diese sus impresiones o, como se dice en el campo académico, que le hiciera una revisión por pares.
Años más tarde Howard fue al podcast de Joe Rogan para desmontar al científico que, supuestamente, no había estudiado su propuesta y había respondido con sandeces (más tarde Howard también defendería que podía desafiar la gravedad y que no cree en el número 0). Siendo citado, Tyson decidió hacer un vídeo de 17 minutos abordando la acusación y mostrando el “manifiesto” del actor, refutándolo punto por punto al no tener base científica ni capacidad de ser probado, como se suele hacer en una revisión. El clavo en el ataúd lo puso diciendo la siguiente frase: “Muchos genios son incomprendidos, pero no todos los incomprendidos son genios”.
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