
Es bastante tentador querer quedar un rato con tus ídolos, y comprobar si puedes pasar un rato agradable con ellos de igual modo que lo haces con las obras que admiras. Es una empresa peligrosa, especialmente si te los topas en un momento de apogeo repentino y pueden tener hábitos en los que mejor no meterse.
No es que Fiona Apple estuviese en posición de fan durante los noventa de gente como Paul Thomas Anderson y Quentin Tarantino, sino que estaba en un nivel similar en cuanto a aclamación como voz renovadora en la cultura americana. También pasó por un problema de drogas que tuvo un punto climático junto a estos dos.
Una noche inolvidable
Apple y Anderson fueron pareja a finales de los noventa, más o menos a partir de 1997, y ella tuvo que estar presente durante los años más inestables del director. No en lo creativo, ya que se encontraba encadenando películas como Boogie Nights o Magnolia, pero sí en lo personal donde tenía que presenciar un temperamento intenso que llevó a eventos como tirar una silla a lo largo de una habitación tras perder el Oscar a mejor guion en 1998.
Quedar con Anderson y con su congénere Tarantino se volvió todo un deporte de riesgo. Apple recuerda en concreto un incidente climático tras tres años de consumo de drogas habitual e intenso. Según contó en una entrevista a The New Yorker, los tres compartieron una noche de consumo tan descontrolada y charletas de cine entre los dos directores que llevaron a la cantante a dejar las drogas.
”Todo adicto debería estar encerrado en un cine privado con [Tarantino] y [Paul Thomas Anderson] con cocaína, y nunca más van a querer probarla de nuevo” comentó jocosamente Apple en la entrevista. Aun así, aunque dejó las drogas y también a su pareja cineasta, ambos han mantenido una relación medianamente cordial, con Anderson dirigiendo videoclips de la cantante a lo largo de los años, siendo el último en 2013.
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