Es posible que, a los 31 años, Ingrid Bergman fuera la belleza personificada. Llegada de Suecia a finales de la década de los 30, el público la conoció gracias a Casablanca, en 1942, y su carrera no dejó de subir como la espuma. El año siguiente consiguió su primera nominación al Óscar gracias a Por quién doblan las campanas y el año siguiente lo ganó por la mítica Luz que agoniza. El público la adoraba, y aún lo hizo más cuando empezó a colaborar con el mismísimo Alfred Hitchcock… y consiguió, retroactivamente, que Tom Cruise se enamorara de ella.
Tom loves Ingrid
En 2010, durante una entrevista rutinaria con la revista People, Cruise afirmó que su primer crush fue viendo a Ingrid Bergman en Encadenados, la película de Alfred Hitchcock de 1946. De hecho, muchos años después de enamorarse de Bergman, escogió a mano a Rebecca Ferguson (notablemente similar a la actriz clásica) para aparecer junto a él en Misión Imposible: Nación Secreta.
Tristemente, Cruise nunca pudo coincidir con su crush, porque ella murió en 1982, justo cuando él acababa de comenzar su carrera (de hecho, ese año estrenó una de sus peores películas, Ir a perderlo… y perderse). Siempre le quedará el consuelo de volver a ver Encadenados, que, además, es una de las mejores películas del mago del suspense, en la que por fin pudo conseguir a su reparto soñado, con Cary Grant, Bergman y Claude Rains a la cabeza. Y se nota que estaba apasionado.
RKO
Pero solo Hitch parecía interesado por la película, porque su productor, David O. Selznick, perdió la fe por completo en que funcionara: no le interesaba el MacGuffin (centrado en uranio, vital para hacer las bombas atómicas que bombardearon Hiroshima y Nagasaki), no entendía a los personajes y creía que la gente iba a odiar el personaje de Bergman. Se equivocaba, por supuesto: la película recaudó 25 veces lo que costó y se convirtió no solo en un clásico imperecedero, sino en el objeto de los deseos de un chaval llamado Thomas Mapother que estaba a punto de comerse el mundo.