El director de ‘Madre!’ olvida su lado más oscuro y dirige a Austin Butler en un extraño periplo mientras cuida al gato de su vecino punki

El próximo 10 de octubre se estrena Bala perdida, la nueva propuesta del director Darren Aronofsky. Si conoces el cine del estadounidense, sabrás que tiene una narrativa que es opresiva y maneja un modelo de puesta en escena que persigue muy de cerca a los protagonistas, ahogándolos tanto por la vía de la acción dramática como por la vía del suspense. Es un cine agobiante, incómodo y que se te mete bajo la piel. De hecho, Aronofsky debutó en 1998 con Pi, una película hecha con cuatro duros que fue todo un éxito artístico y que, sin duda, es intenso y agobiante.
Pues Bala perdida no tiene nada de eso. Es la película menos Darren Aronofsky de Darren Aronofsky. Y, aunque eso no significa que sea mala, es algo que no te esperas cuando vas a ver una película del director. Parece un Guy Ritchie de los años 90 y, aunque tiene elementos del cine de Aronofsky, sin embargo, no hay tensión narrativa, no hay pesadilla de ningún tipo, hay comedia que no llega a ningún sitio…
Caught Stealing -como se llama la película en su título original- es el primero de los libros de Charlie Huston, que hizo una trilogía sobre Hank Thompson, el personaje que aquí interpreta Austin Butler. Cuenta la historia de Henry, un exjugador de béisbol profesional que es camarero en un bar de Nueva York. Su vecino punk le deja un gato porque se tiene que ir de casa y eso desata una espiral de violencia inusitada en buena parte sin saber por qué está pasando lo que está pasando. No lo sabe ni el personaje protagonista ni el espectador.
Un maravilloso retrato de Nueva York que cae tras su primera media hora
Si hay algo en lo que destaca Bala perdida es en que es uno de esos retratos maravillosos de la ciudad de Nueva York. Transcurre en 1998, antes de los atentados del 11S, y está tratado maravillosamente por la cámara de Aronofsky, en la onda de Spike Lee y Martin Scorsese. Eso es una pasada. Está rodada con una elegancia tremenda y una puesta en escena al servicio de la narración, con un grano añadido digitalmente que encaja perfectamente con el relato.
Sin embargo, narrativamente deja que desear. Tiene una primera media hora que funciona súper bien, sobre todo la relación entre el protagonista y su pareja, interpretada por Zoë Kravitz. En esos primeros 30 minutos yo me lo estaba pasando súper bien, pero después aparece Bad Bunny -como músico le admiro, pero no es actor- y todo cae. La siguiente media hora es floja y la última media hora es una pérdida de tiempo, es paródica.
Si te olvidas de que es una película de Aronofsky, es disfrutona, es suave, no se complica, tiene escenas divertidas al estilo de estas películas de los 2000 que seguían la estela del cine de los hermanos Cohen… Pero no encaja dentro de la filmografía del director de Madre! o Requiem por un sueño.