A causa de la ingente cantidad de música que está a nuestra disposición a todas horas, es un acto de heroicidad concentrar tu atención en un disco (por no hablar de otras cosas que aquí no nos concierne). La sobreestimulación y el voluta satura nuestros sentidos, y escuchar con detenimiento un disco parece destinado a morir por pura entelequia. A esto le podemos sumar la norma de copia/pega que tienen muchos artistas que, en vez de cotejar las influencias con su propias inquietudes, acaban por entregar discos que se asemejan tanto que uno acaba por tirar la toalla.
Cuando se descubre por puro azar a un grupo como Bote uno no puede hacer otra cosa que congratularse con el rock, un género que desde hace tiempo que no pasa por sus mejores momentos de inspiración. Este quinteto lo integran músicos portugueses e irlandeses, y tras publicar un epé titulado Volviendo locoahora entregan el que, en mi opinión, es uno de los discos de rock más destacados de lo que llevamos de año.
Un trabajo que es sexi, tremendamente físico y voluptuoso, y que desborda las influencias para llegar al oyente canalizado a través de un sonido serpenteante, eléctrico y musculoso. En una palabra: personalidad (a raudales).
La voz de Mark Waldron-Hyden, Elaine Malone Y Sara Leslie se entreveran para crear una atmósfera que bien la podríamos situar en el Nueva York de finales de los setenta, aunque la rítmica del disco está propulsada por la herencia teutona de grupos como Poder O ¡NOS!.
“22° Halo” tiene una cadencia kraut sostenida por la electricidad amplificada de unas guitarras correosas y unos líneas vocales desabridas que otorgan al conjunto esa ambivalencia de estar ante algo muy orgánico y a la vez distante, frío como el contacto de una navaja en la yugular. “Sextape” parece que surgió de una improvisación conjunta en el estudio, y suena a suave psicodelia con un gran trabajo armónico en donde dialogan bajo y batería a la perfección. La pulsión fría de “WRSW” recuerda a División de Joyaunque las guitarras viren hacia los Jóvenes sónicos más pop, y la voz de Waldron-Hyden parece encarnar el espectro de Lou Reed en una letra que narra la aventuras de un taxista que le contó al propio cantante mientras llevaba ,en un coche fúnebre, las cenizas de su padre. La inspiración es caprichosa.
La serenidad llega con “Fake Eyes”, con las notas de un armonio creando una suerte de zumbido fantasmal que recuerda a un encuentro entre Estrella mazzy y la Velvet Underground. El tono es más distendido en “I AM!” con el retrovisor puesto, de nuevo, en Lou Reed y con un trenzado de guitarras sublime. El poso bluesero de “Can’t Handle It” tiene una sonoridad visceral e incendiaria como los mejores En abundanciamientras nos cuelan versos incisivos “Dime bebé, ¿te sientes bien? / Dime bebé, ¿te quitarías la vida?y “The Lights Are On” también tiene acento blues aceitoso que no dista mucho de la herencia contraída con los hermanos Reid. El cordón umbilical que los une con el kraut setentero de nuevo hace aparición en “Hot Scene”, con un arsenal de pedales en acción que delimitan una melodía ensimismada y sicalíptica. Cierran este excelente disco con “Change Your Life”, que es una pieza corta de electricidad morosa que se adherida como una segunda piel. Un debut tremendo.
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