El director del largometraje tuvo que lidiar entre los protagonistas de la película, tal y como reveló en sus memorias

Que John Wayne no era una persona fácil en los sets de rodaje no es un secreto para nadie. El actor, una auténtica leyenda del cine del Oeste, era bastante aficionado al alcohol y al tabaco y, según trascendería, a veces los rodajes tenían que adaptarse a sus malas costumbres. Como dijo en su día Sam O’Steen, un técnico de cine que tuvo la oportunidad de trabajar con numerosos directores como montador a lo largo de su carrera, en el libro Cut to the Chase: Forty-Five Years of Editing America’s Favourite Movies, los estudios acabaron organizando los rodajes para que las escenas de Wayne pudieran completarse por la mañana, ya que por la tarde se volvía un “borracho malvado”.
Además se sabe que John Wayne tenía bastante genio y que era rudo y poco empático, aunque a nivel profesional complaciese a los directores con su trabajo.
Por ejemplo, el actor de Star Trek George Takei, quien coprotagonizó junto a él la película Boinas verdes en 1968, compartió en sus memorias que Wayne tenía una terrible costumbre en el set de rodaje: elegir a una persona a la que humillar de forma constante por alguna razón: “Me dijeron que lo hacía con cada producción. Elegía a un hombre, siempre un tipo grande y matón, alto, fornido y musculoso, normalmente un especialista o un doble. Y ridiculizaba a estas personas allí en el plató mientras todo el mundo miraba”.
“Me daba vergüenza estar allí”, aseguraba Takei, añadiendo que la situación que había atestiguado no era un hecho aislado. “La gente que trabajaba con él en otras producciones me dijo que siempre hacía eso. Elegía a una persona para vilipendiar sin descanso. A veces, estos tipos se echaban a llorar”.
Por su parte, la estrella de Hollywood Lauren Bacall, quien coprotagonizó junto a John Wayne la última película rodada por el actor antes de su muerte, expresó su malestar al director de la cinta John Siegel por la desagradable costumbre de escupir que tenía el actor.
Si ese grandullón vuelve a escupir en mi dobladillo, le parto la cabeza con un palo de escoba
El propio John Siegel lo recordaba en su autobiografía, explicando que Wayne era un gran aficionado a mascar tabaco y eso desesperaba a Bacall, que no soportaba los constantes escupitajos. Cuando él intentó calmar la situación explicándole que el Duque lo hacía de forma automática ya sin darse cuenta, ella se negó a aceptarlo: “No te hagas el gracioso. No estoy de humor para bromear contigo”, recoge FarOut. “Se avergonzará cuando se lo diga. No prometo que no escupirá, pero que no te escupirá encima ni cerca de ti”.
La película en cuestión era El último pistolero, de 1976, aunque 20 años antes Bacall y Wayne ya había trabajado juntos Callejón sangriento en 1955.