Muchas obras de culto lo son porque pasaron medianamente desapercibidas en su momento y han permanecido intocables desde entonces, generando reputación como objetos únicos. Pero como vivimos en un momento donde cualquier título reconocible es potencial material para hacer una secuela, se acaban haciendo franquicias de los lugares más inesperados.
Pocos esperarían que saliese una franquicia de una película como Tron, considerada entonces un fracaso en sus ambiciones de blockbuster revolucionario. Pero ahora este clásico de la ciencia ficción con Jeff Bridges tiene una nueva secuela en cines, lo que hace este un buen momento para recuperar el original.
Kevin Flynn es un programador de videojuegos que trabajaba para la empresa Encom hasta que fue engañado por un ejecutivo, Ed Dillinger, que le robó la autoría de su trabajo. Alan Bradley y Lora Baines, dos empleados actuales de Encom que también han sido manipulados por Dillinger, piden ayuda a Flynn para que acceda a los datos del sistema informático de la empresa y les dé vía libre para actuar.
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El programador tiene de este modo la oportunidad de conseguir pruebas de que los videjuegos son una creación suya y accede a colaborar con Alan y Lora. Cuando Flynn ha conseguido violar la seguridad del edificio de oficinas de la empresa y se dispone a acceder al control central de procesos para obtener toda la información que desea es capturado digitalmente por el sistema. Flynn es ahora un intruso en un mundo digital que gobierna el ordenador.
El director Steven Lisberger empezó a dar forma a la idea tras quedar fascinado con el mundo de videojuegos y el formato de juegos como el Pong, que podían ser la base desde la que forjar un nuevo universo virtual. Creando una odisea inesperada para su protagonista donde los efectos especiales por ordenador iban a ser fundamentales.
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Se intentó hacer todo un evento a partir de la revolución que iban a suponer sus efectos, pero la película no tuvo el impacto deseado. Su aventura bastante arquetípica se unieron a una paleta visual que ancló muchísimo la película al momento en el que se hizo, haciendo algo extraño ponérsela a día de hoy.
Sigue siendo una película con cierto sentido de la maravilla y fascinantes formas de llevar el ritmo del videojuego a la acción cinematográfica, haciendo la experiencia disfrutable si se consigue comprar la estética. No es sencillo, pero es una recompensa que muchos blockbusters contemporáneos no alcanzan a capturar.
Puedes ver Tron en Disney+.
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