
En Hollywood una carrera se levanta o se sostiene principalmente a través de conexiones, y ocasionalmente a través de lealtades. Encontrar a alguien dispuesto a arriesgar la carrera por la tuya es rarísimo en cualquier profesión, y esta no es una excepción, pero algunos están dispuestos a hacerlo si lo consideran la mejor decisión.
Si alguien tiene instintos de lo que es mejor no dudar, ese es James Cameron. Sus apuestas a lo grande, desde Terminator a Avatar, se han traducido en éxitos históricos en la historia del cine, además de en grandes avances tecnológicos o para el cine blockbuster. Si se empeña en alguna decisión, aunque sea un casting poco intuitivo, es mejor confiar, porque al final fue el hombre que destapó a Arnold Schwarzenegger como estrella.
Juntos propulsaron el éxito de las dos películas de Terminator, y decidieron apostar también a lo grande para hacer una comedia de acción y espionaje como Mentiras arriesgadas, una de las películas más caras de la historia en aquel momento. Se aprobó porque Cameron venía de un éxito monumental, pero Fox tuvo dudas cuando les comentó sus ideas para el casting. Sorprendentemente, no era el hecho de que Schwarzenegger fuese un superespía secreto y un perfecto padre de familia americano.
Apuestas arriesgadas
Tom Arnold se había ganado una gran reputación de culto como cómico, y luego fue creciendo su carrera trabajando de guionista en series como la sitcom de su esposa Roseanne Barr. Ambos se separaron a mediados de los noventa, pero los escándalos y declaraciones polémicas de su ex-esposa terminaban poniendo al cómico en los titulares de la prensa sensacionalista. Fox estaba preocupado de que su gran inversión pudiera verse en peligro por tener en el reparto a una figura que generaba tanto revuelo.
Cameron tuvo una reunión con los ejecutivos donde rechazó de plano sus quejas, afirmando que no leía la prensa rosa. Cuando desde Fox insistieron en que no podían tener ese fichaje, el director, según reveló Arnold en una entrevista para The Ringer, estuvo a punto de no hacer la película directamente. “Quería hacer la película aquí en Fox, pero ahora me voy a cruzar la calle para dársela a Paramount”. Ante ese ultimátum, los ejecutivos cedieron, y el actor fue ese secundario gracioso que se compenetraba perfectamente con Schwarzenegger. La película fue otro éxito histórico, y se volvió a demostrar que no hay que dudar de Cameron.
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