
Las campañas electorales son algo muy calculado, ya que hay que tener un mensaje lo más claro y que lleve a los menores malentendidos posibles. Transmitir que un líder es fiable, mostrar que es realmente lo que un gobierno necesita, aunque haya que hacer triquiñuelas y engaños para ello. La honestidad suele decirse que no lleva a premio. Aunque claramente esa gente no conoce los procesos electorales en la África post-colonizada.
Charles Taylor participó en varios de los momentos clave del cambio político en Liberia. Primero como parte del apoyo al golpe de Estado liderado por Samuel Doe, que le granjeó un puesto como Director general de la Agencia de Servicios Generales. Una posición que perdió cuando fue arrestado por malversación, siendo encarcelado durante un año antes de fugarse en Libia. Allí empezó su venganza, siendo entrenado como guerrillero bajo las instrucciones de Muammar Gaddafi.
Su entrenamiento militar y su previa experiencia revolucionaria le llevó a montar el Frente de Liberación Patriótica, que buscaba derrocar el gobierno de Doe que, según Taylor, le había perseguido políticamente y no criminalmente. Así estalló la primera Guerra Civil en Liberia, que terminó con la ejecución de Samuel Doe y con Taylor intentando forjar una paz bajo sus términos, posteriormente liderando el cambio político.
El cambio a la fuerza
Al acabar oficialmente la guerra, se celebraron unas elecciones donde Taylor tiró adelante con una campaña controvertida, pero directa. Su eslogan: “Mató a mi padre, mató a mi madre, pero votaría por él”. Una manera de gusto dudoso de referirse a los múltiples crímenes de guerra, incluyendo masivos abusos de derechos humanos y asesinatos, así como de sus intento expansionistas de controlar territorios como señor de la guerra. Aun así, las elecciones se celebraron con supervisión de la ONU, y Taylor obtuvo el 75% de los votos.
El nuevo presidente, sin embargo, había obtenido control de estaciones de radio y más vías por las que realizar propaganda a su favor, haciéndole más fácil conseguir ganar esas elecciones. Las ansias de poder de Taylor no acabaron ahí, intentando tener un ejército que siguiese por completo sus dictámenes para seguir expandiendo su dominio, y hasta intentar asesinar a sus rivales políticos. Por eso último acabó estallando la segunda Guerra Civil en Liberia, desembocando posteriormente en su renuncia como presidente. Desprovisto de poder, fue juzgado por sus crímenes de guerra, así como su tráfico de diamantes de sangre.
La historia de Taylor tuvo su pequeño impacto en el cine, siendo la inspiración de un par de personajes que hacían de señores de la guerra en una África convulsa. Tanto El señor de la guerra como Beast of No Nation presentaron a estos crueles terroristas parapetados de revolucionarios que ejercieron su reino del terror apoyados por fuerzas externas. Falta, eso sí, alguna película que cubra más directamente su impresionante campaña política.
Si quieres recibir nuestras propuestas y los estrenos en tu mail suscríbete a nuestra Newsletter