Las precuelas suelen ser una vía muy socorrida para expandir el universo cinematográfico de una película, aunque tienen siempre unas limitaciones que les ponen en desventaja con el original. Al intentar hacer la conexión ya marcada, hay una sensación de final inevitable que hace que se pierda cierta magia, y nunca se vaya a superar ese techo.
Al final para superar al original tiene que pasar algo como el caso de Ouija: El origen del mal, donde la primera es lo bastante terrible para que una precuela destaque. Pero no gana sólo en la comparación, sino que es una estupenda joya de culto del terror por parte del director Mike Flanagan, uno de los mejores autores del género.
Los Ángeles. Década de los años 60. Alice es una viuda que trabaja realizando fraudulentas sesiones de espiritismo, con la ayuda de sus dos hijas pequeñas. Paulina y Doris colaboran en lo posible con su madre, ellas participan, ocultas, ayudando a su madre con los diferentes trucos con los cuales engañan a sus incautos clientes.
Es una de las escenas más escalofriantes de todos los tiempos: Hasta el director lloró con ella
Un día deciden comprar una ouija nueva para el negocio. Pero, tras probarla, liberan por accidente a un espíritu maligno que empezará a atormentar a la familia y a sus vecinos. Para salvar a la menor de las hermanas de la peligrosa posesión y mandar de nuevo al malvado demonio al inframundo, intentarán hacer todo lo que esté en su mano, aunque no será tarea fácil y sus vidas correrán un grave peligro.
Flanagan tuvo ocasión de participar en la primera Ouija cuando esta necesitó reescrituras del guion para arreglar su propio desaguisado. No fue suficiente, pero el esfuerzo dedicado sirvió a Blumhouse para darle las riendas por completo para hacer otra película en los términos que quisiera. Y había que hacer otra, ya que a pesar de críticas y reacciones negativas tuvo éxito en taquilla.
‘Ouija: El origen del mal’: artesanía del susto
De ahí que tomó la decisión de hacer una precuela con varios años de separación, pudiendo hacer una historia casi completamente nueva y al estilo que él quería. De ahí que Ouija: El origen del mal acabe siendo como un homenaje al cine de terror de los setenta, que emula con mucho gusto a través de la artesanía del susto y la textura cinematográfica.
Hay ocasión para profundizar en los aspectos dramáticos que le volverían luego uno de los mejores autores de series de Netflix, así como elaborar secuencias terroríficas de nivel notable. Todo eso en solo hora y media, haciéndola una experiencia bastante amigable que puedes experimentar sin necesidad de ver la anterior película.
Puedes ver Ouija: El origen del mal en SkyShowtime.
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