‘La hermanastra fea’ se postula como una de las mejores películas de terror, y más sorprendentes, del año

Hay numerosos estudios que avalan la relación entre cómo percibimos a gente con el don de la belleza física -sea cual fuere el canon imperante- y la relacionamos con conceptos como la bondad, la calidez humana, etc.
Quizás este ejemplo que voy a poner ahora mismo es un poco extravagante, pero pensad en el cuento de la Cenicienta. Nadie se pone en el lugar de las hermanastras, feas y desagradables ante todo, que fueron sistemáticamente rechazadas por un príncipe que solo se fijaba en el físico. Este ejemplo, precisamente, es el que ha tomado la noruega Emilie Blichfeldt al acometer su sorprendente La hermanastra fea, que muchos emparentan con La sustancia, por aquello de tener mucho de horror corporal y bastante, también, de humor negro.
Si la crítica nacional e internacional se ha rendido a la evidencia de estar ante una de las mejores películas del año, Sitges ha hecho lo propio, otorgándole el máximo galardón a esta cinta que estuvo nominada a Premio del Público en la Sección Panorama del pasado Festival de Berlín.
Un toque de genio, sin duda, y un nuevo grano en el culo de todos esos hombres heteros que dicen que ‘el feminismo se está pasando de la raya’: situar en el foco a la hermanastra fea, a cómo se tuvo que sentir durante toda su vida siendo ninguneada por un palacio que premiaba por encima de todo la armonía de los rostros y los cuerpos altos y esbeltos.
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La película ha sido premiada por el jurado de Sitges, formado por Jovanka Vuckovic (Riot Girls), Laura Pedro, Mary Harron (American Psycho), Hernan Findling (Tuve el corazón) y Peter Chan (Dragon (Wu xia)) por “la originalidad con la que reinventa un cuento clásico“.
La directora ha declarado en una entrevista para el medio Aullidos, que su película era el vehículo perfecto para denunciar la “cultura muy misógina de tratar a las mujeres como objetos de deseo masculino y que, aún hoy día, sigamos haciéndonos esto a nosotras mismas, aunque estemos emancipadas, aunque podamos ser dueñas de nosotras mismas… todavía nos estamos tratando como objetos”.
En la película aparecen tratamientos de estética que prácticamente podrían considerarse tortura, como coserse pelo en los párpados para tener pestañas más pobladas. La directora establece un paralelismo entre las técnicas ‘de antes’ y las de ahora: “La tenia solitaria también es un tratamiento real que la gente solía hacer. Cuando escribí la película, no sabía que Ozempic iba a ser la versión moderna”.
Una película de esas que se estrenan muy de vez en cuando, originales y sin miedo a entrar en terrenos espinosos, con escenas que revuelven el estómago y que, incluso, provocan la risa. Por todo ello, hemos de ir en tropel al cine a ver La hermanastra fea.