La actriz ha contado el infierno por el que pasó cuando se hizo muy famosa tras protagonizar la saga ‘Piratas del Caribe’. Llegó a deshacerse de todas sus prendas y vestía igual siempre para restarle valor a las imágenes que podían sacar de ella
La fama volvió “loca” a Keira Knightley. Eso ha reconocido la actriz, que ha recordado recientemente cómo cambió su vida cuando ganó mucha popularidad tras protagonizar Piratas del Caribe. Dar vida a Elizabeth Swann en la saga de aventuras y fantasía de Disney tuvo sus más y sus menos. Knightley consiguió papeles a los que no habría optado de no ser por ella, pero los paparazis se convirtieron en su peor pesadilla. La intérprete desarrolló una serie de estrategias para fastidiarles las fotos: llevar siempre la misma ropa y quedarse quieta.
Knightley tenía 18 años cuando debutó en Piratas del Caribe en la primera entrega La maldición de la Perla Negra (2003) y, un día, se despertó en su casa y “había 10 hombres” fuera de su puerta principal. “No se fueron en cinco años” afirma. “En cualquier otra circunstancia, si diez hombres estuvieran fuera de tu casa gritándote insultos cada vez que salieras, dirías: ‘Ese es simplemente un abusador, alguien con una enfermedad mental’. Pero como tienen cámaras, está permitido”, relata.
“Solían gritar: ‘zorra”, cuenta que le llamaban los paparazis. “Puta’, a veces. Sobre todo si estaba con alguien: mi novio, mi hermano o mi padre. Intentaban provocarlos, provocaban a la gente para que les pegaran y así poder demandarlos”, dice en en The Times of London. “Entonces empezaron los accidentes: obligaban a la gente a salir de la carretera y luego cobraban más por fotos de una actriz accidentada o lo que fuera. Entonces Britney se afeitó la cabeza, así que fue en plan: ‘Genial, podemos obligarlos a hacer una locura”.
La estrategia de Keira Knightley

Universal Pictures
Ante esta situación, Knightley intentó evitar protagonizar titulares y portadas. “Empecé a llevar la misma ropa todos los días”, cuenta. Para ir siempre igual vestida, tenía tres pares de los mismos vaqueros, una camiseta de rayas y botas. “Me deshice de toda mi ropa”, reconoce. “Entonces, si me seguían, dejaba de caminar”, añade. “Me quedaba ahí parada, literalmente. Inmóvil. Un día estuve parada cinco horas. ‘Si sigues ahí, no me voy. No me voy a mover”, cuenta. “No era una foto valiosa para ellos si siempre estaba con la misma ropa, quieta. Solo se podía escribir: ‘Uy, lleva la misma ropa’. Eso con una foto mía quieta. Se vuelve aburrido”.
Knightley llegó a sentir cuando alguien le estaba siguiendo. “Mi padre me dijo: ‘Deberías estar en la CIA’. Sabía cuándo me seguían. Era una sensación física“, explica.
Los paparazis llegaron a alquilar el apartamento que estaba enfrente del suyo. “No podíamos usar la puerta principal del apartamento porque podían verlo”, cuenta.
Misión: Pasar desapercibida

Netflix
Harta de todo, Knightley decidió dejar la actuación. “Un día dije: ‘Estoy fuera’. Y mi familia me apoyó. Me dijeron: ‘Vete de una jodida vez”. La actriz llamó a su agente y le pidió que no le mandara más guiones. Se marchó a París y empezó a viajar por tren por Europa. Consiguió pasar desapercibida. “Se me daba muy bien. Museos, trenes…. nadie espera verte ahí. Estaba muy desaliñada, algo que tampoco se esperaban. No haces contacto visual, vas un poco encorvada. Me escabullí“. A Knightley le costó “años” dejar de sentirse paranoica.