En 1982, Tom Cruise era aún un gran desconocido para el público, pero debía escoger qué carrera iba a tener: ¿Comedias adolescentes o películas adultas? Lo siguiente que hizo fue ‘Rebeldes’: eligió bien
En el año 1981, Tom Cruise entró de golpe en Hollywood con un papel pequeño pero inolvidable: el del capitán David Shawn tan joven como pirado, en la notable Taps. Todo el mundo quería probar este nuevo caramelito de la industria, que con tan solo 19 años quería hacer historia. Sus agentes del momento pensaron que el mejor camino para que Cruise adquiriera fama muy pronto sería alejándole de las grandes producciones de autor y poniéndole en comedias adolescentes al estilo Porky’s, que era lo que se llevaba por aquel entonces. No se explica de otra manera lo extraña que resulta en su filmografía algo como Ir a perderlo… y perderse.
La carrera que casi se pierde
La película, dirigida por Curtis Hanson (que 15 años después ganaría el premio a mejor guion original por L.A. Confidential), la película seguía a tres adolescentes en un viaje a Tijuana con la intención de perder la virginidad. Por el medio te puedes esperar lo de siempre: algún desnudo furtivo, situaciones “picantes” y un humor que, por suerte, ha quedado pasado de moda. Y en el centro de todo, Cruise, que, según afirmó tiempo después, solo aceptó hacerla para trabajar junto a Jackie Earle Haley. La película no funcionó (costó 7 millones y recaudó 1,2) y solo destaca porque en Brasil la conocieron como… Porky’s 3.
Aunque algunos críticos modernos hayan tratado de darle la vuelta, lo cierto es que Ir a perderlo… y perderse no es una buena película bajo ningún concepto. Sin embargo, hizo que Cruise se parara en su vertiginosa carrera y decidiera que ese no era el camino a seguir: él quería trabajar con directores importantes, costara lo que costara, y tener una carrera interesante aunque no fuera necesariamente popular.
Como declaró en un vistazo a su carrera, “fue una experiencia formativa increíble porque fue la primera vez que me di cuenta de que algunas personas no saben cómo hacer películas, y no tienen el mismo nivel de pasión o compromiso con la calidad. No la estoy haciendo de menos, fue una experiencia tan valiosa e importante como Taps”. De hecho, según cuenta, paró y pensó “Vale, ¿cómo puedo aprender de esto y seguir creciendo?”.
Para su siguiente película, Rebeldes, casi tuvo que rogarle a Francis Ford Coppola que le eligiera para un papel pequeño, y ese mismo año hizo Risky Business. Había nacido una estrella, aunque por el camino hubiera hecho un desvío en Tijuana. Nadie es perfecto a los 19 años.