Una conjunción de químicas juntó a los componentes de Bous y a Porteórico plato fuerte de una noche que reunió sonidos etéreos y fuerza vocal. Los eldenses Bous ofrecen cierta delicadeza en ese tránsito a caballo entre la experimentación instrumental y las canciones intimistas. Manipulación de pedales desde casi todos los ángulos posibles trazan un marco de referencia a los punteos de guitarra que nos traslada a episodios meditativos. Sus canciones tratan de la incertidumbre, de los planos vitales, mientras caminan en ese “Rumbo” para encontrarse.
La voz de blanca es la que da forma a ese post-pop oh post-todo existencialista donde las distorsiones y grabaciones sobre la consola que va acometiendo Daniel le ofrecen un empaque más profundo. Al final, esa nostalgia en la que parece traducirse todo suma en la certificación de su elección visual y sonora, independientemente del experimento de versión de carol g. que intentasen.
Con el tiempo encima, problema ocasionado por el retraso en las pruebas de sonido, se incidiría de plano en cierta urgencia con el concierto de Por. Con la finesa es complicado saber por dónde van a ir los tiros. Su propuesta, vertebrada sobre todo en su poder vocal, transita por todo lo que se proponga. Acompañada por Bous en la retaguardia y por khottondetrás de quien se esconde el productor Emilio maestrose plantó sobre un escenario universo de floresta y onírico para comenzar su viaje.
“Homesick” allana ese terreno con cierta tranquilidad, plasmando semejanzas con una voz con alma que fluctúa necesariamente entre los ambientes soul y de cadencia vocal. Puede que no se estuviera ante una experimentación al uso, sino más bien frente a un catálogo de posibilidades, de la expresión de “Maria” o, de nuevo, a la delicadeza transitable que coge espacio y fuerza en “Call It Nothing”.
En las transiciones elegidas también radica su fortaleza. Los coros comunales con la temática rural y femenina de “Live Off The Land”, a la que los acordes de guitarra reforzaron desde atrás, se encuentran con facilidad con la presencia lírica de “Youth” e, incluso, con la infalible “Teardrop” de Ataque masivo en clave propia. Por momentos, señalando “Holy Now”, la instrumentación del recital parece asomarse tímidamente, copando la percusión y las cuerdas parte del recital.
El legado cultural de Por es fundamental. Casi más antropológico, parte de su repertorio se sirve de su interés por el folclore y la mitología finlandesa, como esa “Curst” que se volvió reivindicativa y que escondía un uso del autoajuste que, contra todo pronóstico, resultó en una profundidad de campo bastante amable. “Aythya” es otro de esos ejemplos vinculados con las leyendas, una base raspada y ambiental que khotton fue construyendo para una narración que acabaría arropada por el resto de instrumentos. La lírica algo filosófica de “Every Minute” acaba en una nueva explosión con derivada post-rockpero, sobre todo, de catarsis, para poner rumbo final con la inminente “Fist Of The Memory” y su sucinto resumen sonoro y vocal de la noche.
Fotos Dwara + Bous: Álvaro de Benito