Madrid, Sala Mon, jueves por la tarde un agosto a punto de terminar, una cola no muy larga para ser un concierto de una banda de las antípodas no muy fácil de ver todos los años, Tormenta de mierda tropical.
Eso parecía, porque la sala se fue llenando y acabó rozando el “sold out”, la llamada de los aussies no podía fallar. Los responsables; Último recorridoque tuvieron el buen ojo de traer a los australianos aprovechando también su visita al Canela Party. Venían con su último artefacto sonoro debajo del brazo, Fayriland Codex (Fire Records), una ida de cabeza inclasificable, pero altamente disfrutable.
Un rato antes abría para ellos su compatriota Johnny Casinoque lleva años viviendo entre nosotros y viejo conocido de los escenarios estatales. Casino salió con esa actitud que otorga el oficio y los años y que necesita de poco más para poner patas arriba una sala. Guitarra, bajo y batería se dieron la mano en una confluencia de sonidos típicamente australianos, cargados de riffs, soul garajero, blues punk y high energy rock and roll, que fue inevitable comparar con gente como sus maestros compatriotas; Radio Birdman, o Celibate Rifles, por poner un ejemplo.
Sonaron trallazos como “You Got Nothing To Say”, “Ghosts In Your Mind” o “Shutdown Breakdown”, que se mezclaban con cortes menos típicos como “September Crush”. Lo dicho, el que fuera líder de Asteroide B612 – otro de los capítulos más interesantes del rock and roll aussie de los 90, tiene mucho que decir todavía.
Aquí no se puede decir eso de “después de la tormenta viene la calma”, porque después de los truenos de Casino y los suyos vino otra tormenta mucho mayor y con tintes tropicales. Tormenta de mierda tropical aparecieron sobre el escenario como lo que son, un torbellino de noise tropicalista, punk retorcido y groove de otros planetas, aderezado con una colección de pedales de guitarras pocas veces visto sobre un escenario.
Empezaron con “Cerebro” y desde el principio Gareth Liddiard se encargó de machacar su vieja Fender Jaguar a base de bien para conseguir su sonido tan característico. Todo parecía ir según lo previsto, sin embargo, el segundo tema trajo consigo un pequeño drama técnico, la pedalera de Erica Dunn – también generosa en cables – decidió hacer huelga parcial. Pero ni el fallo detuvo a la banda, más bien pareció una especie de rito necesario antes de que, esta vez sí, el concierto comenzara de verdad con “Irukandji Syndrome”, llevando a la audiencia por un viaje hipnótico.
“Moscovium” demostró que saben mezclar ciencia ficción, paranoia política y funk marciano en una misma coctelera, para continuar con otros dos cortes de su mencionado disco; “Bloodsport” y “Goon Show”, que sonaron como si cien canguros puestos de speed nos pasaran por encima.
Llegó su particular versión de los Stooges; “Ann”, prácticamente irreconocible y que llevan años incluyendo en sus setlists, como si de un talismán se tratara. El tramo final fue directamente apoteósico con: “Who’s My Eugene?”, “Two Afternoons” y “Paradise”, extendiéndose todas con improvisaciones, capas de feedback, loops, guitarras chirriantes y ese bajo denso que parecía arrastrar al público a un pantano tóxico y para enlazar – toma ya – con un homenaje a los Bee Gees.
No teníamos claro si habíamos visto un concierto, una misa negra tropical, o una performance de free jazz punk, pero ahí reside la gracia de Tropical Fuck Storm, que no vienen a confirmar nada. Ya lo dicen ellos mismos; “No somos el típico grupo para gente que busque las canciones de siempre”. Tomen nota: no hace falta ser un mal encarado ni vestir necesariamente de negro, para volver a otorgar al rock and roll la peligrosidad que se merece. Seamos tropicales.
Fotos Tropical Fuck Storm + Johnny Casino: Fernando del Río
Más fotos Tropical Fuck Storm + Johnny Casino