
En medio del rugido incesante de Los Ángeles, Juan Herrera, vocalista y guitarra de Johnny Boots desagradables responde con guitarra en mano y fuego en el pecho para Musical.
El músico mexicano que ha pisado una decena de veces el icónico Whisky a Go Go no se anda con rodeos. Hablamos sobre fantasmas del pasado, la carga de ser artista independiente y el eterno dilema de no convertirse en una caricatura de uno mismo. Esto no es solo una charla: es una confesión honesta, cruda, eléctrica.
«Yo crecí inspirado por Page, por Josh Homme. Saber que ahora puedo inspirar a alguien más, es un regalo que se siente»
¿En qué momento supiste con certeza que ibas a vivir del rock and roll para siempre?
Desde antes de siquiera tocar un instrumento. Tenía como once años y ya vivía obsesionado con la música. Todo el día traía canciones en la cabeza. Andaba con mi Mp3mi iPod… me sabía las rolas de memoria. Era una necesidad constante: escuchar música, más música, toda la música. Cuando finalmente tomé un instrumento —una jarana, no una guitarra— supe que esto era lo mío. Tenía 13 años. Desde entonces no he parado.
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¿Una jarana? ¿Empezaste con son jarocho?
Así es. Empecé tocando son jarocho, música tradicional de Veracruz. Esa fue mi primera escuela sonora.
¿Y cuándo supiste que no ibas a ser popero ni ranchero, sino un animal del rock?
Me gusta la música. Pero el rock and roll tiene algo que me llama más allá del género. Las bandas que me marcaron, como Led Zeppelin, nunca se quedaron solo en el rock. Escuchas “Black Mountain Side “o” Ir a California “ y eso no es rock “normal”, pero viene del corazón del rock. Desde que agarré una jarana entendí que era solo una herramienta. Lo mío es explorar texturas, paisajes sonoros. Pero sí: enchufar la lira, subir el fuzz y soltar un buen solo… eso es pura adrenalina, y es adictivo.
¿Hubo una canción que te voló la cabeza y te hizo decir: quiero hacer algo similar a esto para trascender?
“Clint Eastwood” de Gorila. Esa rola fue mi primera obsesión real con el arte de la música. Me abrió un universo. Nunca he pensado en escribir una canción que “trascienda”, eso suena a ego. Lo mío es más visceral: crear música porque lo necesito.
¿Entonces conociste primero a Gorillaz que a Blur?
Exacto. Recuerdo estar en casa de mi abuela, sonaba la radio, y escuché “Song 2”. Me sonó “igualito a Gorila”, y me puse a investigar. Tenía once o doce años. Fue cuando descubrí que Damon Albarn tenía otra banda. Ahí empecé a conectar todo: mi casa siempre estuvo llena de música. Escuchaba a Gary Moorea Led Zeppelin… recuerdo ver los casetes de mi papá, y sentir fascinación con eso de “Led Zeppelin I, II, III”. Me gustaba esa narrativa, esa cronología, la continuidad. Sentía que había historia detrás.
¿Hay alguna canción ajena que te hubiera gustado componer?
Cualquier cosa de Rey carmesí. Sería un lujo.
¿Has sentido miedo de convertirte en una parodia de ti mismo? ¿De “Johnny Nasty Boots” como personaje de caricatura?
Totalmente. Intento evitarlo todo el tiempo. Justo el otro día me lo preguntaba a las tres de la mañana, ese horario maldito donde uno se vuelve filósofo, “¿Qué va a pasar cuando me muera?” “¿Van a hacer tributos de mi música?” “¿Pondrán mis rolas en las fiestas diciendo “pon unas de Johnny Boots desagradables”? Me dio vueltas en la cabeza después de ver una banda tributo a Led Zeppelin. Muy famosa. Mi amigo abrió el show, por eso fui. Pero no lo terminé. No por enojo, sino porque me aburrió. Era una parodia. Tenía mérito: replicaban versiones en vivo, no solo las del disco. Eso es complicado. Pero ese instante de arte espontáneo ya no estaba. Era solo copia. Tú como un tributo recreas como ese arte, esa improvisación, esa magia del en vivo que solo sale porque estás en vivo pierde su esencia, reconozco que hacer ciertas partes de la guitarra, partes de la batería de cualquier instrumento es complicado, es muy difícil, sacar las rolas de esa magia en vivo está padre y está bien complicado; pero al ser ya un copia de un momento espontáneo pierde toda la magia. Y ahí entendí lo que no quiero ser.
¿En qué momento sentiste que el éxito que hoy vives dejó de ser solo un sueño cumplido y empezó a pesar como un trabajo?
Desde que llegué a Los Ángeles hace tres años, todo ha sido vértigo. Pero un vértigo bueno. Nada me detiene. En plena pandemia, en México, lancé dos videoclips, un álbum en vivo, un cassette. Ahorita, entre giras, estudios y lanzamientos, es una locura. Hice 57 shows en un año. Eso, para mí, ya es éxito. Y apenas empieza. Me estoy yendo a Europa. Sigo lanzando música nueva, y la respuesta ha sido brutal.
¿Cuál de los nuevos sencillos ha tenido mejor recepción?
Hasta ahora “Amantes (en el camino)” está rompiéndola. Salió hace unas semanas y ya está germinando muy bien. El video en YouTube va increíble, y en plataformas también. De las tres rolas nuevas, fue la que más streams tuvo al inicio. Pero todas están funcionando. “Soho ” fue el primer single de este EP y supe desde el día uno que iba a ser fuerte. “Aullando y muriendo “ también ha sorprendido. Me encanta ver cómo cada una va encontrando su lugar.
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¿Qué parte de ti se queda atrapada en cada canción?
Todo. El EP se llama Autorretrato por eso mismo. Es muy personal. Está inspirado en vivencias reales. Luego adapto detalles para rimar mejor, sonar bien fonéticamente, darle narrativa. Lo vuelvo algo cinematográfico. Como “Estoy maldito “que está inspirada en la vibra del blues, en ese lamento del vudú, las maldiciones… toda esa mística me fascina.
¿Crees que el rock aún tiene el poder de cambiar el mundo?
Sí, pero no en el sentido de “Somos el mundo”. ¿Michael Jackson?, no siento que así. No creo que una canción cambie el planeta, pero puede cambiarte a ti. A mí me ha salvado la música muchas veces. Me ha agarrado de la camisa y me ha jalado fuera del abismo. Si cambia un mundo interior, entonces sí, puede cambiar el mundo. La música puede cambiar un mundo interior y para que el mundo cambie, pues las personas tienen que cambiar, entonces sí, de alguna manera, no me imagino como que una canción salga y vaya a cambiar el mundo, no, pero sí va a ser un mundo mejor.
¿Alguien te ha dicho que tu música le cambió la vida?
Sí. Gente que me ha dicho que armó su banda por escucharme. O que empezó a tocar la guitarra por mi música. Eso se siente cabrón. Yo crecí inspirado por Páginapor Josh Homme. Saber que ahora puedo inspirar a alguien más, eso es un regalo que se siente, se siente padre y se agradece que mi vida, mis canciones puedan inspirar a alguien.
Caminando por Sunset Strip, ¿sientes la energía de los fantasmas y leyendas del rock setentero? ¿Qué se siente tocar en el Whisky a Go Go?
Ya toqué diez veces ahí. Morrison no llegó ni a tres porque en la segunda lo corrieron (risas). Sí, se siente la vibra. Hace poco fui a pararme fuera del hotel en La Cienega donde Morrison vivía ahí ya que le quedaba más cerca y le gustaba quedarse ahí cuando grabaron La mujer, Morrison Hotel. El lugar está cerrado, pero fui a pararme ahí a respirar, sentir esa esencia, solo a absorber la energía. Los fantasmas siguen ahí. He visto tocar a unos pasos de mi a Joey Kramer de Aerosmith, Robbie Krieger de Las puertas me vio tocar en un show en el Whisky. Lemmy se la vivía en el Arcoíris, todos los días con su Jack Daniels hace no mucho tiempo. Esa vibra no desaparece. Y sí, se siente muy cabrón ser parte de esta nueva ola del rock mundial o de la “escena de rock angelina”.
¿Sientes que esta nueva generación de músicos está haciendo algo realmente nuevo o diferente?
No sé si estamos reinventando algo. Yo no vine a descubrir el hilo negro. Hago rock and roll para quien quiere rock and roll. No me interesa sonar vanguardista. Eso déjaselo al pop o para otros géneros populares. Creo que los que hacemos rock lo hacemos para brindar un producto que va a perdurar. Tú pones No importa y no suena ni viejo ni nuevo, suena a rock. Y suena cabrón y lo disfrutas
Siempre has tenido problemas con tener una alineación estable. Al final decidiste seguir solo y tocar con músicos invitados. ¿Por qué?
Porque no puedes desaprovechar oportunidades esperando que todos vayan a tu ritmo. En México muchas bandas fracasan por eso. Ser músico independiente requiere una inversión brutal. Yo no gano un peso. Invierto como loco. Y la mayoría no está dispuesta a eso.
¿Las bandas mexicanas son conformistas?
No saben trabajar. Un músico independiente debe hacer todo lo que haría una disquera: booking, prensa, redes, logística… todo. Y muchos no entienden eso. Quieren fama sin sudar. Yo a veces ya no puedo más, pero me siento, mando correos, sigo. Las bandas que fracasan no trabajan. Así de simple.