El director se metió hasta la cocina en el proyecto más valioso de la carrera de su amigo actor, pero éste supo cómo mantenerle contento: “Prefiero gastar un millón de dólares que herir sus sentimientos”

Dos de las más célebres figuras del cine wéstern, aunque cada una de ellas a un lado de la cámara, a John Wayne y John Ford les unía, además de su pasión por el género y sus ideas ultraconservadoras, una gran amistad que se mantuvo durante las vidas de ambos, pero que también pasó por sus altibajos.
El director de cine, ganador de seis premios Oscar, fue una especie de mentor para Wayne en sus orígenes, y actuado casi como una figura paterna. De hecho, fue John Ford quien le brindó a John Wayne su entrada en la industria, antes de ser actor, como ayudante de utilería. Cuando ya estaba más que claro que Wayne lo que tenía talento era para estar frente a las cámaras y no detrás, el director le contrato como protagonista en muchas de sus películas, llegando Wayne a protagonizar 14 largometrajes dirigidos por Ford.
La confianza entre ellos era tal que se dice que en los sets de rodaje no tenían pelos en la lengua a la hora de decirse lo que pensaban mutuamente, pero cuando en 1959 John Wayne comenzó a rodar la que sería su primera película como director, tuvo claro que si no quería conflicto tendría que mantener la calma.
En la recta final de su carrera, Wayne, que siempre se había sentido muy atraído por la dirección, quiso demostrar su talento con la que sería su ópera prima, El Álamo, que él mismo se encargó de protagonizar y que casi lo lleva a la ruina.
Dado que el proyecto de Wayne planteaba unos costes de producción de tres millones de dólares -que era mucho para la época-, el presidente de la productora Republic Pictures, Herbert Yates, se negó a salir adelante y tuvo que ser el propio actor, mediante la fundación de su propia productora, el que lo sacase adelante.
Y eso fue lo que hizo: con su productora, 1,5 millones de dólares de su bolsillo y un contrato con United Artists que le proporcionó el resto, John Wayne logró rodar El Álamo. No obstante, no contaba con que su amigo y director habitual John Ford pasaría gran parte del rodaje haciendo de Pepito Grillo hasta sacarle de quicio.
Tal y como recoge FarOut de acuerdo a la biografía John Wayne: The Man Behind the Myth, John Ford apareció un par de semanas después de empezar a rodar, se sentó en su silla de director junto al director de fotografía William H. Clothier y empezó a contarle a Wayne todo lo que estaba haciendo mal.
El western bélico que estuvo a punto de llevar a John Wayne a la ruina financiera
“Se sentaba allí viendo al Duque dirigir, y esto lo intimidaba, lo que no le ayudaba a concentrarse”, afirmó Clothier a la citada biografía. “Ford decía a gritos: ‘¡Dios mío, Duque, esa no es la manera de hacerlo!'”.
Sin embargo, Wayne, que a menudo era conocido por su mal genio, se mostró “muy paciente”, porque quería que todo saliese bien, aunque sí llegó a quejarse:
Se va a apoderar de toda la maldita película. ¿Qué demonios voy a hacer?
Finalmente, Wayne dio con la solución: le propuso a su amigo John Ford una parte sustancial del equipo y una buena parte del presupuesto para supervisar las grabaciones de una parte del material que no llegó al montaje final, pero que le mantuviera entretenido mientras él se dedicaba a dirigir.
“No me importa lo que cueste”, admitió Wayne. “Pero no voy a dejar que se sienta rechazado. Prefiero gastar un millón de dólares que herir sus sentimientos”.