Hay artistas que no necesitan más que unos focos y una banda bien engrasada para conquistarnos, como ya ha demostrado en anteriores ocasiones –y en salas más pequeñas– el cantante norteamericano Curtis Harding. El crecimiento del artista en nuestro país ha sido lento, pero seguro, y así se explica que esta cita propiciada por Fiesta de Houston tuviera lugar en Vagón (la antigua Macumba en el espacio Chamartín) una de las salas con más aforo –1.500 personas–, que casi llena.
Sin artificios ni grandes adornos, salió al escenario con una calma magnética, de esas que solo se consiguen con tiempo y talento, ante una sala que lo recibió ávida de descubrir sus nuevas canciones.
La banda —formación clásica de guitarra, bajo, batería y teclados, con el propio duro alternando la guitarra según el momento— sonó poderosa. Desde “Out in the Black” y “Banh Me”, dos de sus temas más recientes, quedó bastante claro que su repertorio sigue creciendo: canciones aparentemente sencillas, pero con una carga emocional enorme, donde su voz rasgada vuelve a ser el centro de todo.
“Hard as Stone”, “The Power”, “True Love Can’t Be Blind” y “Felt It Inside” fluyeron con esa elegancia tan suya, mientras que “There She Goes”, “Keep On Shining” y “Explore” levantaron al público, que se entregó por completo, sobre todo en las primeras filas.
Aun así, se notó cierta desconexión desde la mitad de la sala hacia atrás, había más ganas de charla que de concierto, algo tristemente habitual últimamente. No se trata de juzgar —cada cual vive un show a su manera—, pero choca ver a un artista tan entregado tocando frente a un murmullo constante de fondo.
durocon una elegancia casi británica, lo manejó sin perder la calma. Bajó el volumen en algunos pasajes, usando el silencio como un recurso más, y consiguió recuperar la atención sin necesidad de más. Eso sí, antes de arrancar “The Power”, soltó una frase que dejó claro su carácter: recordó que es un artista totalmente independiente y que salir de gira así no es fácil, para luego agradecer de corazón a todos los que estaban allí.
El final, con “Wednesday Morning Atonement” y “Need Your Love”, fue toda una muestra de fuerza vocal y de equilibrio entre el soul clásico y el más actual. Harding no necesita grandes artificios: su poder está en la convicción con la que canta, en cómo maneja la intensidad y, por supuesto, en esas canciones redondas de principio a fin.
Su música, cruda y cálida a la vez, mantiene ese espíritu DIY que le da autenticidad. Lo ha vuelto a dejar claro en su último disco, la arriesgada ópera espacial soul rock Salidas y Llegadas: Las aventuras del Capitán Curt (2025), un disco autoproducido, sin grandes presupuestos, pero con una ética de trabajo forjada en los escenarios, donde cada gota de sudor se nota.
Fotos Curtis Harding: Fernando del Río
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