“Ay, los tebeítos del niño, déjalos por ahí, qué será eso de Action Comics”
Ahora los aficionados a los cómics guardan sus grapas en plásticos protectores, con el mayor de los cuidados, para asegurarse tanto la buen conservación del tebeo como que varias décadas después pueda venderse por un buen precio. Sin embargo, no siempre fue así: desde los años 30 hasta los 60, los cómics eran, sobre todo, un agasajo para los niños, una pequeña revista repleta de dibujitos que podían leer decenas de pares de manos antes de acabar, de manera irremediable, roto, doblado o incluso recortado. Por eso esta historia es tan increíble.
¡Super-dinero-man al ataque!
Todo empieza con una muerte. Concretamente, la del tío abuelo de Michael Rorrer, Billy Wright, que, al morir en 1994 a los 66 años, dejó entre sus pertenencias un armario que nadie había vuelto a abrir. Sin embargo, tras la muerte de su mujer, Rorrer fue a limpiar dicha casa de manera definitiva y abrió aquel armario. En su interior, casi sin poder creerlo, se encontraba una colección de 345 cómics que incluían, en perfecto estado, números como Action Comics 1 (el debut de Superman), Batman 1 o Capitán América 2 (en el que el protagonista atacaba al mismísimo Adolf Hitler).
Y, por supuesto, la joya de la corona: el número 27 de Detective Comics, la primera aparición de Batman, que logró vender por unos sorprendentes 523.000 dólares en subasta. En total, Rorrer se llevó una buena herencia de su tío abuelo: 3,5 millones de dólares. De hecho, de los 100 números más caros y buscados por los coleccionistas, en el armario había 44. Costaron 10 centavos en su día, pero en menos de un siglo se han revalorizado hasta límites locos.

DC
Por haceros una idea de la importancia de este hallazgo, se considera que quedan unos 100 números de Action Comics 1 en el mundo, y de esos 100 hay muy pocos en perfectas condiciones. Y sin embargo, Wright estuvo a punto de tirarlos o regalarlos, creyendo que no costaban nada, hasta que un compañero de trabajo mencionó que sería increíble si tuviera ese número en particular. Corrió a casa, vio que lo tenía y empezó a investigar. Así que ya sabéis: guardad bien vuestros cómics. ¡Nunca sabéis cuándo alguien se va a hacer millonario con ellos!